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Cualidades de un buen abogado junior

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Cualidades de un buen abogado junior



Lo ideal para garantizar la continuidad de la Firma, su adaptación al entorno, una sana rotación, y el relevo generacional mediante el acceso a la posición de socio de los nuevos profesionales que gradualmente sustituyan a los más seniors, es contar con profesionales de todas las edades pero al menos un representante de cada lustro y como mínimo de cada década.
Para ello es necesario reclutar regularmente y retener buenos abogados (as) junior que vayan integrándose en cada una de las áreas de la Firma y desarrollando su personalidad, experiencia vital a la vez que progresan en su carrera profesional dentro de la misma, permitiendo a la larga el propio desarrollo de la Firma y el cumplimiento del plan de sucesión y continuidad.

Jose María Dutilh. Abogado. Socio-Director LeQuid Abogados



Un buen abogado junior será  aquella persona que pueda, sepa y quiera contribuir al buen desarrollo de la Firma, compartiendo misión, visión y valores, debiendo reunir cualidades objetivas pero también una buena adaptación al grupo en el que se integra.

Esa buena persona y mejor profesional nace pero también se hace, con compromiso y generosidad por parte de todos, y en ello, naturalmente,  la Firma, el equipo, el grupo tiene también una gran responsabilidad. Todos conocemos el dicho de que “para el mal escritor todas las plumas son malas”. Para el mal junior todos los Despachos son malos y para el mal Despacho todos los juniors serán malos.



Ser un buen junior es, por tanto, responsabilidad del joven profesional pero también una co-responsabilidad o una  tarea compartida por los Socios y por todos sus compañeros.



La Firma y en consecuencia el propio abogado junior debe trabajar y mejorar cada día en tres grandes grupos de tareas; las de producción, inversión y gestión, a las que el abogado junior irá incorporándose y contribuyendo de manera progresiva y debidamente tutelado o apoyado.

Las tareas de producción consisten en captación de asuntos, elaboración de propuestas, estudio de antecedentes, análisis jurídico y fáctico de los asuntos, elaboración de contratos, demandas, notas técnicas,  informes, facturación y cobro.

Los objetivos de inversión se consiguen mediante la definición de la misión y visión de la Firma, su posicionamiento, la creación de marca corporativa y personal, establecimiento de alianzas, desarrollo de relaciones institucionales y académicas, gestión del conocimiento, adaptación a las nuevas tecnologías, presencia en foros y también en redes sociales, publicaciones, conferencias, boletines de novedades, impartición de clases, etc.

Las funciones de administración requieren esencialmente a ese nivel;  la elaboración regular, preferiblemente diaria de los informes de actuaciones y tiempos y de gastos, archivo físico y digital de los asuntos encomendados, alimentación regular de las bases de datos, colaboración en la redacción de minutas y desglose de actuaciones.

Para el buen desempeño de las labores relacionadas anteriormente se requiere un buen conocimiento técnico, motivación, capacidad de aprendizaje constante, capacidad de expresión clara tanto verbal como escrita pero también cualidades de inteligencia emocional para interactuar leal y adecuadamente con clientes, compañeros y otros profesionales; colegas, procuradores, peritos, jueces, personal de juzgados, notario y personal de la oficina notarial, Registros (mercantil, Propiedad, Oficina Española de Patentes y Marcas) auditores, administradores concursales, prensa, colaboradores, proveedores, etc.

Contar con un buen conocimiento técnico puede lograse con esfuerzo y estudio en una buena Universidad, realización de prácticas profesionales, aprendizaje de idiomas, fundamental al menos un alto nivel de inglés, y estudios de postgrado en la especialidad en la que se tengan mejores cualidades y sobre todo interés.

Posteriormente un buen abogado junior debe tener una alta capacidad de motivación, disciplina y organización para estudiar todos los días y aprovechar las oportunidades del denominado “training on the job”. Para ello nuestra experiencia recomienda leer la prensa general y económica cada día al iniciar la jornada y visitar las bases de datos del despacho y los boletines jurídicos. Reservarse tiempo por las tardes y una sesión más intensa a la semana para un estudio más detenido de las principales cuestiones detectadas.

El aprovechamiento de las oportunidades de aprendizaje durante el desarrollo del trabajo profesional se consigue mediante (i) el estudio de cuestiones colaterales que suscite el específico caso encomendado sin limitarse únicamente a realizar una tarea concreta para salir del paso o atender a la respuesta inmediata solicitada, también (ii) mediante  la elaboración de fichas, expedientes técnicos, dosieres y notas técnicas de cada asunto encomendado en la que se haga constar la legislación, jurisprudencia y doctrina consultadas y se describa de un modo trazable el razonamiento fáctico y jurídico seguido para la ejecución del asunto encomendado. Una buena estructura de la misma podría ajustarse al siguiente guion; hechos, cuestiones planteadas, legislación, jurisprudencia, doctrina analizada y finalmente, conclusiones. Asimismo (iii) un inmejorable sistema de aprendizaje consiste en impartir clases, seminarios internos, presentaciones a clientes, en cualquier formato, incluidos los cada vez más populares desayunos de trabajo, redacción de artículos, noticias legales y contribuciones al blog corporativo.

A todo lo anterior ayuda mucho pensar que cada trabajo se realiza directamente para el cliente final no para el compañero que lo ha solicitado. Ver a este compañero como un coach o un mentor o un facilitador pero auto-exigirse como si se estuviese prestando el servicio directamente al cliente final intentando solucionar honestamente y con calidad su problema, atendiendo a su necesidad, con empatía y un filosófico amor por la verdad.

La gestión de la propia carrera profesional dentro del grupo requiere comprensión, disposición, sensibilidad para crear un vínculo sincero y confiable y  poder responder a las necesidades ajenas.

Ello debe hacerse desde el respeto a sí mismo y a los demás, con voluntad de servicio y de hacer algo por los demás, asumiendo la propia responsabilidad, no desde el victimismo, sin quejarse, sin prestarse a críticas destructivas ni culpabilizar a otros, con paciencia y humildad para reconocer los méritos de los demás y saber aprender de los compañeros, desplegando una actitud amistosa, de reconocimiento y no desafiante, desde una auténtica aceptación realista de sí mismo y de la situación.

Para un progreso rápido y eficaz, el abogado junior debe aprender a estar enfocado desde el principio. Ello requiere selección de unos pocos objetivos y fijación estricta de plazos. Se debe ser bueno en diversas áreas pero sabiendo ser el mejor en alguna de ellas.

Ni que decir tiene que para el exigente desempeño que hemos dibujado idealmente hasta ahora, como si de una carta a los Reyes Magos se tratase, es necesario contar con importantes cualidades personales o una sana personalidad. Algunos rasgos de la misma ya han quedado dibujados pero a continuación querríamos insistir en algunos de ellos;

– tolerancia a la frustración, no a una enfermiza impulsividad, ansiedad, prisa, avidez, urgencia,
– confianza en sí mismo, capacidad de arriesgar, honestidad personal y científica, abordando el quid de cada cuestión sin rehuirlo ni esperar a que se le “escape” a quien le supervisa o al cliente, al juez, al interlocutor en definitiva,
– enfocarse en lo que puedo ofrecer, dar a los demás, no enfocarse a lo que puedo obtener del otro.

Naturalmente, en general, un mal abogado junior sería un profesional que no desarrollase estas habilidades, actitudes y comportamientos. En particular debe evitar los siguientes incumplimientos.

• En cuanto a organización:

– No mantener listas actualizadas de asuntos en curso, identificando tareas urgentes importantes y poco importantes y tareas  importantes a medio y largo plazo.
– No elaborar notas técnicas que recojan los antecedentes estudiados, normas, incluyendo las diferentes redacciones en los periodos afectados, hechos, cifras, importes circunstancias que permitan la trazabilidad de los razonamientos y permitan la revisión del trabajo.
-No archivar adecuadamente en los archivos físicos y digitales del despacho cumplimentando los campos de datos que permitan una posterior búsqueda eficaz del documento, así como identificar por fechas las distintas versiones incluida la definitiva sin género de dudas.
-No mantener la mesa limpia y despejada así como el resto del despacho o espacio que ocupe, teniendo a la vista en cada momento únicamente el asunto en el que se esté trabajando.
-No observar las normas sobre protección de datos.

• En cuanto a formación:

-No aprovechar al máximo las oportunidades del denominado “training on the job”.
-No estudiar las cuestiones colaterales del asunto encomendado sin limitarse a una resolución rápida de la cuestión específica enfrentada.
-No elaborar fichas y/o expedientes y archivarlos adecuadamente sobre algunos temas seleccionados que permitan ir adquiriendo una especialización.
-No mantenerse enfocado sobre determinados asuntos bien seleccionados que faciliten estar actualizado y la rápida elaboración o contribución periódica a Newsletters, artículos, presentaciones y conferencias.
-No divulgar y compartir el conocimiento adquirido (en el trabajo o en cursos internos o externos, asistencia a seminarios y conferencias), participando en las reuniones técnicas del despacho, formando a otros compañeros, haciendo aportaciones a los sistemas de gestión del conocimiento que se encuentren implementados.
-No participar en redes sociales, redes internas y grupos de debate, contribuyendo a estos fines, a la promoción del despacho y a una sana, razonable pero leal promoción personal.

• En cuanto a actitudes y comportamiento:

– No comportarse como un profesional valiente y especial al que le gusta trabajar y le encantan los retos.
-No comprometerse  a dar lo mejor de sí mismo cada día, participando de un clima positivo, proactivo y productivo.
-No asumir un compromiso de calidad con el trabajo y de aportación de valor.
-No trabajar contando con los compañeros, en lugar de  usándolos.
-No entender el trabajo, contexto, matices y circunstancias, para implicarse y trabajar mejor.
-No comunicar con calidad, con precisión y a tiempo.
-No orientarse a la acción y a las soluciones (“ya está hecho”) en vez de a las excusas y a los problemas (“es que…”).
-No sentir y expresar aprecio a los demás, fidelidad, lealtad, ilusión, entusiasmo e implicación.
– No evitar críticas, chismorreos, bulos.
-Incumplir la máxima de; no hacer/quitar a los demás lo que no quisieras que te hicieran, quitarán a ti y hacer/dar a los demás lo que te gustaría que te hicieran/diesen.

En definitiva, es recomendable demostrar con resultados el potencial que afirmes tener.

Si desea leer el Artículo, en formato PDF puede hacerlo abriendo el documento adjunto.

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