Potomanía: ¿eres adicto al agua?

Hidratarse bien es fundamental para que nuestro organismo funcione correctamente. El agua es el componente químico principal del cuerpo y representa aproximadamente del 50 % al 70 % del peso corporal. La necesitamos, entre otras cosas, para eliminar los desechos a través de la orina y el sudor, para mantener una temperatura corporal adecuada y como elemento protector de los tejidos sensibles.

No hay una respuesta unívoca sobre cuántos litros hay que beber al día. Desde la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomiendan consumir entre un litro y medio y dos litros, pero hay que tener en cuenta las necesidades individuales, que varían en función de la actividad física que se realice, del clima…

Probablemente hayas escuchado la recomendación de beber 8 vasos de agua al día. Se trata de un objetivo alcanzable y fácil de recordar y suele ser una cantidad suficiente para que la persona media pueda mantener una correcta hidratación.

Los beneficios de beber agua son incontables. Incluso existen aplicaciones móviles y botellas de agua “inteligentes” que recuerdan a la persona que tiene que hidratarse. Sin embargo, lo que empieza como una costumbre saludable, puede volverse en nuestra contra: beber demasiada agua puede llegar a ser perjudicial para tú salud.

(Foto: E&J)

La “adicción” al agua tiene nombre: polidipsia psicógena y potomanía

La polidipsia es la denominación médica que se le da al aumento anormal de la sed, que lleva al paciente a ingerir grandes cantidades de líquidos. Normalmente se asocia con una patología orgánica de base: por ejemplo, el aumento de la sed es uno de los primeros síntomas de la diabetes.

La sed excesiva en ausencia de un trastorno físico que la justifique recibe el nombre de polidipsia psicógena y lleva a la persona que la sufre a beber más líquidos de los que su cuerpo necesita.

Por su parte, la potomanía está considerada un trastorno alimenticio. La persona que la padece siente el deseo de beber grandes cantidades de agua de manera compulsiva y sin que exista una sensación previa de sed. En casos extremos, un adicto puede llegar a beber hasta 10 litros diarios de agua.

(Foto: E&J)

Consecuencias de beber demasiada agua

Según los expertos existen tres consecuencias principales de beber agua en exceso. La primera es el insomnio. Beber grandes cantidades de agua, sobre todo en las horas finales del día, puede interrumpir el sueño. Es probable que sintamos ganas de orinar mientras estamos en la cama y que el levantarnos para ir al baño acabe por desvelarnos.

Otra consecuencia es la sudoración extrema. Al beber más agua de la cuenta, el cuerpo intenta eliminar el exceso mediate la transpiración.

En casos extremos, existe posibilidad de sufrir una hiperhidratación. Esta se produce cuando el cuerpo es incapaz de eliminar el agua de más incorporada al organismo. La concentración de sodio en la sangre disminuye, un fenómeno conocido como hiponatremia.

El cerebro es especialmente sensible a los cambios en la concentración sanguínea de sodio. Por ello, los síntomas de disfunción cerebral, como el sopor (letargo) y la confusión, son el primer indicio. Si la concentración de sodio en la sangre desciende con rapidez, los síntomas tienden a precipitarse y a agravarse, derivando en convulsiones y pérdida de respuesta a estímulos.

La hiperhidratación es poco frecuente, ya que unos riñones normales excretan fácilmente el exceso de agua. Para superar la capacidad de eliminación de agua del organismo, un adulto joven en que la funcionalidad renal sea adecuada debería beber más de 24 L de agua al día de modo habitual.