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Tecnología cuántica en Europa: la propuesta del ‘Quantum Act’

Esta herramienta posibilita el procesamiento y la transmisión de información superando ampliamente los sistemas convencionales en términos de velocidad y complejidad

La tecnología cuántica es otro de los fenómenos que ha crecido de forma notable al hilo de la IA en los últimos años. (Imagen: E&J)

María Sánchez Besga

Abogada divulgadora e investigadora de la Universidad en el País Vasco, especializada en Derecho Sanitario




Tiempo de lectura: 5 min

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Tecnología cuántica en Europa: la propuesta del ‘Quantum Act’

Esta herramienta posibilita el procesamiento y la transmisión de información superando ampliamente los sistemas convencionales en términos de velocidad y complejidad

La tecnología cuántica es otro de los fenómenos que ha crecido de forma notable al hilo de la IA en los últimos años. (Imagen: E&J)

En plena revolución tecnológica, las tecnologías cuánticas han quedado completamente opacadas por la inteligencia artificial (IA). Sin embargo, esta herramienta marca un punto de inflexión: posibilita el procesamiento y la transmisión de información superando ampliamente los sistemas convencionales en términos de velocidad y complejidad. El informe Draghi se refiere a la cuántica como la próxima innovación pionera en el ámbito de la computación, que podría abrir nuevas oportunidades para la competitividad industrial y la soberanía tecnológica’’.

Además, su desarrollo tiene un componente estratégico que permitirá el abordaje y una mejor comprensión de desafíos y cuestiones contemporáneas que cambiarán las reglas del juego. Los sectores que podrán verse afectados son ámbitos como el de la ciberseguridad, la investigación científica o incluso la seguridad y la defensa de los distintos países. Por ejemplo, permitirá el envío de información confidencial de forma segura o facilitará la tarea de llevar a cabo simulaciones que permitan el descubrimiento de nuevos fármacos. Todo ello sin perder de vista una potencial convergencia con la IA, por supuesto.

Global IA

La Unión Europea (UE) es la región del mundo con la concentración más alta de talento en tecnología cuántica. A pesar de ello, los procesos de industrialización masiva se concentran en Estados Unidos, por razón de las significativas inversiones privadas, y en China, posicionándose a la cabeza en gran parte gracias a la financiación de fondos públicos. Con todo, la cuántica figura sobre la mesa de la UE al menos desde hace casi 10 años. Todo comenzó en 2016 con el ‘Quantum Manifesto’, coincidiendo con la segunda revolución cuántica.

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La UE presentó un manifiesto a favor de la computación cuántica dando a conocer que esta última figuraba entre sus prioridades por el gran impacto que tendría en la sociedad y la economía. La UE fue clara: pretendía ser líder en la carrera global por el desarrollo de la computación cuántica. Tras ello, se produjeron sucesivas iniciativas y declaraciones hasta llegar a junio de 2025.

En efecto, y a este respecto, la Comisión Europea (CE) ha previsto construir ordenadores cuánticos pilotos de última generación junto a EuroHPC en España, Chequia, Alemania, Francia, Italia y Polonia. EuroHPC reúne los recursos de la UE, 32 países europeos y tres socios privados, para que Europa ocupe un lugar destacado en el campo de la supercomputación. De hecho, el primer ordenador cuántico adquirido por EuroHPC ha sido inaugurado en Poznan, Polonia, en el Poznan Supercomputing and Networking Center (PSNC). Por su parte, la primera computadora cuántica de España ha aterrizado en el Barcelona Supercomputing Center (BSC).

Poco después, el pasado mes de julio, la CE adoptó la llamada ‘Estrategia de la Europa cuántica’ con el fin de materializar el tan ansiado liderazgo cuántico de aquí a 2030. Esta estrategia se compone de cinco áreas clave: investigación e innovación (I), infraestructuras cuánticas (II), refuerzo del ecosistema cuántico de la UE (III), tecnologías cuánticas espaciales y de doble uso (IV) y, por último, habilidades cuánticas (V). Este plan coincide justamente con el lanzamiento de la primera Estrategia Nacional de Tecnologías Cuánticas de España para el periodo 2025-2030.

La Comisión Europea estudia una regulación de este fenómeno a través de la llamada Quamtum Act. (Imagen: Comisión Europea)

Propuesta de reglamento sobre tecnología cuántica

No obstante, las novedades no acaban aquí. La estrategia europea irá seguida de una propuesta de reglamento sobre tecnología cuántica prevista para 2026, cuyo fin será el de reforzar aún más el ecosistema cuántico y los esfuerzos de industrialización en la UE. Para ello, la norma abordará los retos en términos económicos a los que la Unión deberá enfrentarse si quiere llegar a ocupar el primer lugar en la batalla por la supremacía tecnológica. Pero no únicamente, pues también deberá tratar las cuestiones en materia de ética y seguridad que plantea una invención tan crucial como arriesgada. Así, estos objetivos normativos generan ciertos interrogantes: ¿Seguirá el futuro reglamento el enfoque del nuevo marco legislativo que caracteriza al Reglamento de IA (RIA)? y, ¿cómo se resolverá el eterno dilema entre la innovación y la seguridad jurídica?

Más allá de las dudas, la intención de las instituciones europeas de coordinar los esfuerzos de los Estados miembros en esta causa es evidente, y por ello la elección del reglamento como instrumento jurídico no es anodino. El reglamento no requiere ningún tipo de transposición a nivel nacional, y supone, en principio, una menor fragmentación del panorama normativo. Esto es importante, pues el reglamento regulará la cadena de valor en su conjunto, desde la investigación hasta la comercialización de la tecnología cuántica. Puede deducirse, a estos efectos, que la base jurídica del reglamento se fijará en virtud del artículo 114 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).

En este sentido, es ampliamente sabido que se trata de la base jurídica que la UE emplea con mayor frecuencia para ejercer su capacidad normativa. Para alcanzar el más alto nivel de cooperación entre los Estados miembros y el resto de los actores, sería muy recomendable la designación de una agencia a nivel europeo y nacional que impulsaran la implementación del reglamento.

El programa Europa Digital proporcionará una financiación clave para el desarrollo del ecosistema cuántico europeo, así como también respaldará la estrategia la iniciativa Quantum Technologies con presupuesto de un billón de euros para apoyar a los investigadores. En la misma línea, se tratará de motivar a los Estados miembros, accionistas y empresas a invertir en instalaciones de producción. Estos mecanismos podrían concretarse en incentivos fiscales, en la creación de asociaciones público-privadas o en el fomento de una colaboración más intensa del sector público con el sector privado, por ejemplo. Igualmente, podría beneficiarse a las start-ups a través de la exención de ciertas obligaciones derivadas del reglamento para propiciar su proliferación en el mercado.

Finalmente, conviene subrayar dos aspectos fundamentales que deben tenerse en cuenta. Por un lado, debe considerarse el conjunto de normas con las que el reglamento interactuará o con las que incluso podrá generar ficciones. Entre ellas, el RIA, la propuesta del reglamento del espacio o la propuesta del reglamento de chips. Por otro lado, la UE debe de ser cautelosa a la hora de establecer regulaciones específicas para el sector cuántico. Esta tecnología se encuentra en una fase temprana de desarrollo y aunque la Unión posee instrumentos capaces de adaptar la normativa a los rápidos avances tecnológicos, no se debe de frenar la innovación. Respecto a este punto, una gran parte de la comunidad científica aboga por una estandarización previa a la positivización.

Sea como fuere, una de las claves del éxito de esta futura norma reside en la capacidad de escucha activa por parte de la UE de las partes interesadas, incluyendo siempre la participación de los ciudadanos. A ello se suma la necesidad de garantizar una financiación estable y sostenida en el tiempo, ya que se trata de un campo donde las inversiones son elevadas y los retornos difícilmente inmediatos, lo que exige un compromiso público a largo plazo acompañado de la implicación privada.

El triunfo dependerá también de la coordinación entre una multiplicidad de actores como las instituciones europeas, los Estados miembros, los centros de investigación o las empresas, lo que obliga a articular una gobernanza clara que asegure sinergias y oriente las labores hacia los objetivos comunes de forma que nadie trabaje en vano.

En última instancia y a modo de cierre, una de las principales dificultades del Quantum Act será evitar el sobredimensionamiento de expectativas, un fenómeno que ya se ha visto en otras áreas como la IA, a la que con frecuencia se le atribuyen capacidades casi ilimitadas que aún no existen. Lo mismo ocurrió en su momento con la clonación reproductiva: generó numerosos debates y ocupó intensamente a los legisladores pese a que sus aplicaciones prácticas resultaban mínimas. Por tanto, no basta con orientarse hacia escenarios potenciales, sino que se impone la obligación de incorporar a la memoria los fallos pasados como guía para el presente.

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