Desayuno especial de fin de semana en el Mandarin Oriental Ritz: lujo, creatividad y sabor en cada detalle
Un desayuno que combina técnica, producto de excelencia y atención exquisita, transformando la mañana en una experiencia gastronómica memorable en pleno corazón de Madrid
Croissant con stracciatella de burrata, mortadela ahumada y praliné de pistachos (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
Desayuno especial de fin de semana en el Mandarin Oriental Ritz: lujo, creatividad y sabor en cada detalle
Un desayuno que combina técnica, producto de excelencia y atención exquisita, transformando la mañana en una experiencia gastronómica memorable en pleno corazón de Madrid
Croissant con stracciatella de burrata, mortadela ahumada y praliné de pistachos (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
Despertar en el Mandarin Oriental Ritz va más allá de un simple desayuno. Cruzar el jardín con la luz de la mañana, sentir cómo el ruido de Madrid queda atrás y empezar el día con calma es, en sí mismo, un lujo. Este desayuno de fin de semana no es café y bollería: es producto excepcional, técnica cuidada y un servicio que funciona. Discreto, pero memorable.
El Jardín del Ritz es un oasis de retiro inesperado en pleno centro. Las fuentes murmuran, las hojas apenas se mueven y uno tiene la sensación de estar lejos sin haberse ido a ningún sitio. La vegetación está bien pensada, los senderos ordenados y la luz se cuela entre los árboles de esa forma que solo funciona por la mañana. Cada mesa parece un rincón aparte. Aquí el desayuno mejora porque el sitio acompaña: naturaleza, arquitectura y ese momento del día en que todo está más tranquilo.
El servicio anticipa la experiencia desde el primer momento: Paola, en la recepción, marca el tono de cortesía y calidez que se mantiene durante toda la estancia. El equipo se muestra atento sin invadir, combinando predisposición y amabilidad con un cuidado exquisito por los pequeños detalles: ofrecen el cambio de plato según el momento del servicio, asesoran en la elección de alimentos y bebidas e incluso consideran factores como la temperatura exterior para garantizar confort en cada mesa. Esta atención sutil convierte cada interacción en parte del ritual, reforzando la sensación de que cada comensal está en el lugar adecuado y en el momento perfecto.
La carta está correctamente estructurada y, aunque este desayuno no se presente formalmente como brunch, podría competir perfectamente con esta concepción. Incluye todos los elementos necesarios para una experiencia completa: una sección dulce con bollería de calidad y pequeños elaborados, platos salados trabajados con técnica precisa, frutas frescas de temporada y cafés y bebidas de especialidad que completan el recorrido sensorial. El café destaca por su aroma y extracción impecables, con distintas opciones de leche para adaptarse a todos los gustos, mientras que los zumos cold press, como el Detox —con espinaca, pepino, menta y guayaba— aportan frescura. Incluso hay espacio para cócteles, tanto con alcohol como sin él, lo que refuerza la sensación de un desayuno diseñado con inteligencia.

Tosta de aguacate con espinacas frescas, tomates cherry y nieve de nueces de macadamia (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
La sección gourmet del desayuno comienza con distintas formas de presentar el huevo: desde los Benedictine con jamón ibérico de bellota, salsa périgord y trufa, hasta los huevos revueltos de centolla y gamba blanca. El punto de cuajado es excelente, la centolla ofrece un delicado dulzor marino y la gamba blanca remata el conjunto por su textura, creando una experiencia equilibrada, acompañada con brotes de rúcula y tomates cherry. Otra opción es el Croissant relleno de stracciatella de burrata, mortadela ahumada y praliné de pistachos. El hojaldre envuelve una burrata cremosa que se funde en boca, mientras la mortadela ahumada introduce un contraste sutilmente salino y profundo. El praliné de pistachos, con su textura crujiente y toque dulce, completa la propuesta con un matiz delicado y distintivo. Para quienes buscan un bocado más selecto, el desayuno ofrece también opciones como el Brioche de bogavante con salsa holandesa y caviar Ossetra, o el Sándwich fundente de jamón ibérico de bellota 100% y queso manchego trufado.
En el apartado saludable optamos por la Tosta de aguacate con espinacas, tomates cherry y nieve de nueces de macadamia. El pan de semillas, ligeramente más crujiente y con un punto adicional de aceite, habría elevado aún más el conjunto, pero la generosidad del aguacate y la frescura de las espinacas compensan con elegancia. También encontramos platos elaborados como Carpaccio de remolacha, queso feta, pistacho, rúcula y otros más ligeros y cremosos como Pudding de chía, frutos rojos y coco y Yogurt griego granola, almendra tostada y arándanos.

Huevos revueltos de centolla y gamba blanca (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
No podía faltar la parte dulce, donde destaca la Tostada francesa caramelizada. El pan, muy esponjoso, casi como una torrija ligera y aireada, se termina con una selección de frutos rojos. La Cesta de bollería completa la experiencia dulce, con croissants, rellenos de crema, caracolas y napolitanas. Otro guiño reconfortante lo aporta el Chocolate caliente con churros, un toque castizo que combina tradición y sabor, perfecto para quienes buscan una mirada más clásica.
En definitiva, el Desayuno de fin de semana del Mandarin Oriental Ritz confirma que el placer matinal puede alcanzar niveles de alta gastronomía. La propuesta combina tradición y creatividad, con opciones que van desde los platos más clásicos hasta creaciones gourmet y saludables, siempre ejecutadas con precisión y cuidado en cada detalle. Esta oferta gastronómica se complementa con el Almuerzo del Domingo, en formato buffet, y el Té de la tarde, ambas experiencias diseñadas por Quique Dacosta, que consolidan al Ritz como un referente de excelencia y sofisticación en la gastronomía madrileña.

Tostada francesa caramelizada (Imagen: Alberto Sanz Blanco)





