El caviar de Barcelona

Cuando el cliente cruza la puerta de Fish, entra en un universo completamente blanco. Mesas, manteles, sillas, barra y un personal impecablemente uniformado de pies a cabeza conforman un escenario casi polar, como un iglú luminoso con la calidez ambiental de un país mediterráneo.

La gran joya de su carta son las variedades de caviar: desde opciones nacionales de alta calidad hasta referencias rusas e iraníes de máximo nivel, siempre servidas con los acompañamientos que exige este manjar. También sobresale su cangrejo real, cuyas patas, de volumen extraordinario, permiten disfrutar del producto sin sorpresas.

El salmón, presentado en distintas elaboraciones y cocciones, demuestra un dominio absoluto del producto, acompañado de salsas cuidadosamente escogidas. De mención obligada es la salsa tártara, clásica pero difícilmente superable. Lo mismo ocurre con el tartar de atún, de finísima calidad.

Aunque el restaurante se atreve con algunas frituras de inspiración andaluza —acertados los calamares, algo menos los boquerones—, en el comedor jamás queda rastro de olor, un detalle que los habituales agradecen. Los postres, procedentes de renombradas pastelerías barcelonesas, exhiben la elegancia y sofisticación de la repostería de la ciudad, profundamente influida por la tradición francesa.

El servicio, en manos de profesionales en su mayoría de origen hispano-filipino, destaca por su discreción y eficacia, un sello característico de la casa. El local es reducido, con un comedor en la planta de calle, otro en el piso superior y una terraza exterior de seis mesas impecablemente dispuestas.

Para quien visita Barcelona, su ubicación en la plaza de Sant Gregori Taumaturg —conocida popularmente como la “plaza de la iglesia redonda”— ofrece la oportunidad de descubrir una de esas zonas selectas que rara vez aparecen en las guías turísticas. Su clientela es mayoritariamente local y de nivel social alto.

La carta de champanes y cavas es breve pero equilibrada, lo mismo que la selección de vinos y vodkas. El precio medio por persona ronda los 75 euros, siempre que el comensal no caiga en ciertas tentaciones de la carta.