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La formación en el despacho de abogados

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La formación en el despacho de abogados

(Imagen: E&J)



 

Todo el mundo coincide en que actualmente un profesional que no se forma no tiene demasiado futuro. Antes, cuando se terminaba una carrera académica o un ciclo formativo reglado ya se tenía el pasaporte para lograr una carrera profesional.



 



Actualmente, esto no es así. La formación para toda la vida es un hecho y en esta afirmación debemos basarnos para planificar los planes de carrera de todos los integrantes del bufete. Como comentamos en un artículo, la formación es una responsabilidad de uno mismo; si su firma no se la facilita, búsquela usted; es su responsabilidad. Le diríamos más: plantéese qué hace usted, si es el caso, en un despacho de abogados que no invierte en su formación. Si no se forma, perderá competitividad poco a poco. Es decir, tendrá garantizada su poca valoración en el mercado o, en el peor de los casos, su salida del mismo.

 



Los planes de carrera en los despachos suelen destinarse a los abogados. Es difícil encontrar un bufete que se ocupe de la formación de todo su personal. Si sólo se forma a los abogados se corre el riesgo de que exista un divorcio profesional entre estos y el personal de apoyo. Si tenemos en cuenta que todos forman un equipo, todos deben recibir formación. No hacerlo sería tan absurdo como que en un equipo de cualquier disciplina deportiva se entrenará una parte del equipo y la otra no.

 

«Si sólo se forma a los abogados se corre el riesgo de que exista un divorcio profesional entre estos y el personal de apoyo´´

 

Hay que tener en cuenta que los éxitos y los fracasos son de todo el despacho y por esta razón todas las personas que trabajan en él deben contar con sus herramientas para llevar a cabo su tarea, sea cual sea, lo mejor posible.

 

Además de hacer que el personal rinda más y mejor, la formación actúa como elemento motivador. Si la firma proporciona formación a sus colaboradores significa no sólo que quiere que trabajen mejor sino que se preocupa por ellos.

 

La formación, además, es una buena herramienta para la competitividad. Si volvemos al símil deportivo, para competir, para ganar, hay que ejercitarse, entrenarse. Para llevar a cabo tareas que hagan del despacho una organización competitiva hay que entrenarse, formarse para tener nuevas armas con que enfrentarse al mercado y a la competencia.

 

Las excusas en formación no sirven. El exceso de trabajo, la falta de cursos interesantes o el temor a que los colaboradores sepan más que uno mismo son algunas de las razones que se esgrimen para negar la formación en el despacho.

 

Hay que tener en cuenta que si la firma pretende ser competitiva, dar mejor servicio y que los colaboradores no abandonen el despacho en pos de una mejor oferta, debe formar a sus colaboradores.

 

Otro aspecto primordial a considerar es el tipo de formación. Muchos socios directores opinan que sus colaboradores deben formarse, si lo hacen, únicamente en materias jurídicas. Esta consideración es un error.

 

Las materias jurídicas son fundamentales, pero existen otras materias que son igualmente importantes para lograr la excelencia en el servicio. Los profesionales deben formarse en disciplinas que les diferencien de la competencia, que contribuyan a la percepción positivamente diferenciada de la firma y de sus profesionales entre los (potenciales) clientes. Habilidades comunicativas y relacionales, negociación, atención al cliente, idiomas, gestión del tiempo, estrategia, y muchas otras, son materias fundamentales en las cuales deberían formarse todos aquellos profesionales que se dedican a los servicios. ¿Y cuántos lo hacen? La percepción, la gestión de lo intangible (el prestigio, la reputación, la confianza, etc.) tienen una importancia trascendental en servicios profesionales. Su gestión pasa, en parte, por adquirir o mejorar las habilidades necesarias.

 

Hay que buscar formación en disciplinas que contribuyan a la estrategia de diferenciación y/o consolidación del despacho y que ayuden a posicionar al despacho y a sus abogados como la referencia para los (potenciales) clientes. La mayoría de profesionales acostumbran a asistir a los mismos cursos, se interesan por los mismos temas, leen básicamente lo mismo. ¿Se lo había preguntado alguna vez? ¿Quien va a diferenciarse realmente así?

 

Seguramente si empieza a invertir en formación alineada (coherente) con la estrategia de su firma o de su marca personal, estará haciendo eso: invertir. La formación adecuada es siempre una inversión, no un coste. Antes de invertir en formación, medite el tiempo necesario sobre su estrategia en el mercado. Defina un breve plan estratégico e incluya en él la estrategia en formación. Y atención: no confunda el plan estratégico con el formativo.

 

Si se planifica la formación de manera estratégica, orientada a las necesidades del despacho y de los clientes, la inversión siempre será rentable, puesto que  los conocimientos recibidos se plasman en el día a día de manera continua y satisfactoria.

 

Hoy en día los profesionales no buscan solamente un trabajo que les de dinero para vivir. Es decir, hemos pasado de la economía de corte taylorista, en la cual el empleado era una pieza del engranaje y nada más, a una economía abierta en la cual el colaborador es esa persona que nos ayuda a hacer que la empresa, en este caso el despacho, funcione y triunfe. Así pues, actualmente los profesionales no sólo buscan un sueldo sino que se realizan a través de su trabajo. Aspectos tales como el clima laboral, la estrategia y las posibilidades de realización personal y profesional que ofrece el bufete son claves para retener el talento.

 

«Si se planifica la formación orientada a las necesidades del despacho y de los clientes, la inversión siempre será rentable´´

 

La formación es pues un elemento muy importante para que nuestros colaboradores se sientan realizados y aporten lo mejor de si mismos a la organización. Démosles las herramientas para conseguirlo, formémosles. Todos (socios, clientes, compañeros) nos beneficiamos de esa inversión. No lo olvidemos.

 

 

 

 

 

© 2004, Iolanda Guiu, consultora de Garantcom. Derechos reservados. info@garantcom.com