Cuando el abogado diseña con IA (y no solo la usa)
Para usar la IA en el Derecho hay diseñar conversaciones que den un resultado jurídico sólido, claro y alineado

(Imagen: E&J)
Cuando el abogado diseña con IA (y no solo la usa)
Para usar la IA en el Derecho hay diseñar conversaciones que den un resultado jurídico sólido, claro y alineado

(Imagen: E&J)
La inteligencia artificial ya forma parte del día a día en despachos y departamentos legales: resúmenes de sentencias, borradores de cláusulas o informes preliminares. Su uso no es futuro, es presente. Sin embargo, la mayoría sigue interactuando con estas herramientas como quien lanza una pregunta al vacío.
El verdadero salto no está en escribir prompts “mejores”, sino en diseñar instrucciones que piensen contigo y devuelvan resultados jurídicamente útiles y fiables.
De peticiones a diseños: un cambio de mentalidad
La mayoría de los usuarios jurídicos ve el prompt como una simple petición: “Resume esta sentencia”; “redacta una cláusula”; “dame ideas para un contrato”. Pero la diferencia entre pedir y diseñar es la misma que entre improvisar y construir.
El prompt no es una orden; es una interfaz entre tu criterio y la inteligencia artificial (IA).
Adoptar un enfoque de diseño significa empezar a ver cada prompt como un microproducto jurídico: un artefacto pensado para resolver una tarea específica, con claridad, precisión y coherencia. Este cambio de mentalidad transforma al abogado en un verdadero diseñador de interacciones legales con IA.

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Pensar antes de escribir: la fase que nadie enseña
Antes de teclear, hay que escuchar. Preguntarse: ¿Para quién es este prompt? ¿Qué espera del resultado? ¿Cómo se va a usar?
Por ejemplo, un abogado que redacta un prompt para una cláusula de confidencialidad no debería limitarse a “redacta una cláusula de NDA”; sino que debería incluir contexto: “Actúa como un abogado especializado en startups. Redacta una cláusula breve y clara, evitando lenguaje excesivamente técnico, para un acuerdo preliminar con posibles inversores”.
Del mismo modo, si se trata de un informe de jurisprudencia, no basta con “resume esta sentencia”. Un prompt más preciso sería: “Resume esta sentencia desde la perspectiva de un abogado mercantilista, destacando las implicaciones prácticas para contratos internacionales y evitando detalles irrelevantes para la estrategia comercial”.
También se pueden aplicar prompts para la síntesis de reuniones con clientes, por ejemplo: “Actúa como abogado especializado en derecho digital. Resume en un esquema breve los puntos clave de esta reunión, usando un lenguaje comprensible para el cliente y resaltando los próximos pasos acordados”.
Empatizar y definir no es perder el tiempo. Es reducir el margen de error y evitar salidas ambiguas o inservibles. Además, implica entender que el prompt no siempre se diseña solo: involucrar a otros miembros del equipo jurídico (por ejemplo, socios o colaboradores) en la definición inicial puede aportar matices valiosos y anticipar objeciones o vacíos informativos.

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Variar no es improvisar: divergencia con método
En el ámbito legal, no existe un único prompt “correcto”. Existen versiones. Variar es la única forma de encontrar el ángulo más claro y preciso para cada caso.
Aplicar el enfoque de divergencia controlada (idear) implica diseñar varias variantes del mismo prompt con diferentes tonos, estructuras o niveles de detalle.
Por ejemplo:
- Una versión con un tono más técnico, adecuada para audiencias internas.
- Otra con un lenguaje más accesible para clientes no jurídicos.
- Una tercera con un formato esquemático para presentaciones o resúmenes ejecutivos.
El objetivo no es generar opciones por capricho, sino explorar posibilidades que acerquen el resultado al propósito final.
Validar para no perder el control
Prototipar y testear son dos fases fundamentales y poco aplicadas en el uso diario de IA en el Derecho. Muchos abogados reciben el primer output y asumen que ya está “listo”.
Evaluar significa revisar la claridad, la precisión jurídica y el alineamiento con el tono y contexto del cliente. Un buen prompt jurídico se valida preguntándose:
- ¿El resultado se puede usar tal cual o requiere demasiadas correcciones?
- ¿El tono refleja la autoridad y seriedad requeridas?
- ¿Cumple con el objetivo definido al inicio?
Iterar no es repetir. Es mejorar con intención. Así, el control sobre el criterio legal siempre se mantiene en manos del profesional, no de la máquina.

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Del ‘prompt’ aislado al ecosistema de trabajo
Cuando el abogado comienza a documentar sus prompts, nace un pequeño ecosistema: un archivo vivo de instrucciones adaptadas a su práctica, a su cliente y a su estilo.
Aquí entra el Prompt Canvas: una herramienta que permite recoger el objetivo, el contexto, las variantes y los aprendizajes en un solo lugar. No es un Excel de frases sueltas. Es un sistema para pensar, iterar y, sobre todo, mejorar.
Un Canvas bien trabajado reduce la dependencia de la inspiración momentánea y permite diseñar interacciones replicables y coherentes. Con el tiempo, se convierte en una especie de «repositorio vivo» de prompts validados, útil no solo para uno mismo, sino para el conjunto del despacho.
Contar con un archivo compartido de prompts permite formar a nuevos integrantes del equipo, estandarizar la calidad de las entregas y garantizar que el conocimiento se mantenga, incluso cuando cambian los responsables o rotan los proyectos. Mantener versiones anteriores documentadas también aporta transparencia y coherencia, muy valoradas tanto en el ámbito interno como en posibles auditorías o revisiones de calidad.
Pensar con IA, no solo usarla
La IA en el Derecho no necesita usuarios que solo pidan; necesita profesionales que sepan diseñar.
No se trata de usar la IA para ir más rápido; se trata de diseñar con IA para hacerlo mejor.
Ahora el reto no es quién escribe el prompt más largo ni el más complejo, sino quién diseña la mejor conversación para conseguir un resultado jurídico sólido, claro y alineado.
