EL ORIGEN DE LAS REVISTAS JURIDICAS Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES. Ante el número 100 de «Economist & Jurist´´
EL ORIGEN DE LAS REVISTAS JURIDICAS Y SUS PERSPECTIVAS ACTUALES. Ante el número 100 de «Economist & Jurist´´
(Imagen: E&J)
TEXTO DEL ARTICULO:
Muchas han sido las revistas profesionales que, lanzadas con optimismo e iniciadas con dignidad, no llegaron a sacar cien números. Por ello merece una reflexión, siquiera sea breve, el hecho de que esta revista alcance hoy honrosa cifra.
Cabe ante todo recordar el especial significado que de antiguo se viene asignando al número cien. Ello ha ocurrido en muchos ámbitos. En el literario, baste recordar que La Divina Comedia, acaso el mejor poema de todos los tiempos y, según Borges, «el mejor libro que la Literatura ha alcanzado´´, fue estructura por Dante de forma que sus tres partes(Infierno, Purgatorio y Paraíso) integrasen exactamente cien Cantos, hecho que ha sido muy comentado en algunos estudios sobre la numerología dantesca. Y es que, como afirma un investigador, Carlos Alvar, el número cien es simbólico en los textos medievales.
En la lengua castellana, el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, joya del siglo XVIII, tras definir la voz «cien´´ como «Número de la Aritmética, que incluye, o contiene, diez veces el diez´´, recogió como muestra de autoridades alguna norma de la Nueva Recopilación y ciertos textos de autores como Paravisino y Espinel que denotan usos significativos de la palabra.
Todas las revistas han aspirado naturalmente a alcanzar, superándolo, su número cien. Entre las jurídicas, sin embargo, no todas las que se fueron creando desde la primera mitad del siglo XIX lograron llegar a meta tan simbólica. Por regla general murieron antes.
A comienzos del XIX, en efecto, se había producido el fenómeno, cuya importancia ha puesto de relieve Marañón en sus Ensayos Liberales del advenimiento de la prensa a la vida pública. No podía pasar mucho tiempo sin que el periódico se aplicara a las ciencias. Y en España se produjo la aparición de revistas consagradas al Derecho, cuyos fundadores solían estar tan sobrados de entusiasmo como faltos de medios. Recordemos algunas de las que vieron la luz.
Tras la efímera salida de una Gaceta de los Tribunales dedicada a las sentencias, apareció en 1836 el Boletín de Jurisprudencia y Legislación consagrado íntegramente al Derecho y promovido por tres notables juristas: Pacheco, Pérez Hernández y Bravo Murillo. La revista, cuya vida fue breve, salía cuatro veces al mes en cuadernos de 48 páginas, que se entregaban a los suscriptores por el precio mensual de doce reales.
En 1842 nació, publicada por el abogado Verlanga Huerta, con 8 páginas y el titulo de Pensamientos sobre la Justicia forense, administrativa y política, una revista que pronto trocó su enfático título por el de La Justicia y se extinguió en poco tiempo.
También en 1842 vio la luz un semanario. La universidad, cuya suscripción costaba cinco reales y que ofrecía, junto a noticias universitarias, algunas jurídicas; éstas aumentaron al cambiar en el decimoprimero número el título, que pasó a ser La Universidad y el Foro, durando un año la revista.
A fines de 1844 salió a la calle El Derecho, que a lo largo de dos años trató cuestiones jurídicas de actualidad.
En 1845 el Colegio de Abogados de la Corte y la Academia Matritense de Jurisprudencia y Legislación patrocinaron una nueva Gaceta de los Tribunales que dirigió Sánchez de Frutos.
En 1847 nació El Derecho Moderno, que dirigió don Francisco de Cárdenas y que subsistió hasta 1852, publicándose por cierto en sus páginas el Proyecto de Código Civil de García Goyena.
Fue ya en 1853 cuando don José Reus y don Ignacio Miquel fundaron la Revista General de Legislación y Jurisprudencia, a cuya dirección se asoció en 1859 don Pedro Gómez de la Serna y que, a diferencia de sus predecesoras, ha sobrevivido hasta nuestros días, siendo hoy «decana´´ de las revistas jurídicas.
Desde finales del XIX y a lo largo del XX han sido otras varias las revistas creadas para el cultivo del Derecho, tanto público como privado, impulsadas por Facultades de Derecho, Colegios Profesionales, instituciones oficiales, editoriales e incluso despachos de abogados. Algunas perduran y son bien conocidas de nuestros juristas y economistas. Ellas han impulsado la producción doctrinal y proporcionado un instrumento de trabajo a los profesionales. También han sido cauce para la interpretación del Derecho, necesitada de algo más que normas, ya que, como ha escrito Pintó Ruiz en su prólogo a una nueva edición de un libro clásico sobre la aplicación del Derecho, ésta «requiere una función intelectual para alcanzar ante cada caso concreto, más allá de lo meramente lógico y acaso más allá de la norma, la solución justa´´.
Tras este breve vistazo histórico, cuando constatamos el éxito actual de Economist & Jurist, del que da testimonio su número cien, cabe apuntar como posibles conclusiones:
1º Que la temática actual de ésta y otras revistas jurídicas de nuestro tiempo es más amplia que la que ofrecían las de antaño: exceden del puro Derecho y se extienden a la Economía, abarcando en lo jurídico tanto el Derecho Privado como el Público, no solo español sino comunitario, con asesoramiento para la vida profesional, marketing y gestión.
2º Que el ámbito de los destinatarios es también más amplio que el que tuvieron las primeras revistas: no se dirigen sólo a Tribunales y Abogados, sino a todas las profesiones jurídicas y los ejecutivos de Bancos y empresas, españolas o multinacionales.
3º Que la calidad tipográfica es superior a la que podían ofrecer las primeras revistas: se aprovechan las actuales de la técnica moderna y a las páginas jurídicas y económicas se ha incorporado, favoreciéndolas, la fotografía y el color.
4º Que en las revistas jurídicas de hoy tiene una importante presencia la mujer: no solamente colaboran en sus páginas mujeres juristas y economistas, sino que participan en la gestión y dirección. Felices habrían sido las escrituras del XIX, Emilia Pardo Bazán, Concepción Arenal, Rosalía de Castro, que tantas dificultades hallaron para hacerse presentes en la vida intelectual, si hubieran podido prever la realidad de hoy.
Por ello aunque es grato y útil consultar las viejas revistas, que ya solamente se encuentran en las buenas bibliotecas jurídicas o en hemerotecas y librerías anticuarias, es grato también constatar que, tras una evolución positiva, las revistas profesionales de hoy perduran adaptadas a las realidades, posibilitando los nobles fines que en los campos del Derecho y la Economía les competen.
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