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El toque de Transparencia Internacional por la insuficiencia del plan español contra la corrupción

Es posible construir sistemas anticorrupción efectivos cuando existe la voluntad política y social para hacerlo

(Imagen: RTVE)

Diego Fierro Rodríguez

Letrado de la Administración de Justicia




Tiempo de lectura: 7 min

Publicado




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El toque de Transparencia Internacional por la insuficiencia del plan español contra la corrupción

Es posible construir sistemas anticorrupción efectivos cuando existe la voluntad política y social para hacerlo

(Imagen: RTVE)

La arquitectura fragmentada del sistema anticorrupción español

El diagnóstico elaborado por Transparencia Internacional sobre el estado del sistema anticorrupción español, según se pudo conocer por medios como El Mundo, constituye una radiografía preocupante de las debilidades estructurales que aquejan a nuestro ordenamiento jurídico-institucional. La organización, reconocida mundialmente por su labor de monitorización y evaluación de los niveles de corrupción, ha identificado lo que denomina «carencias, déficits, solapamientos e inconsistencias» en el entramado institucional diseñado para combatir la corrupción.

Esta valoración adquiere especial relevancia cuando se contextualiza dentro del deterioro experimentado por España en el índice de percepción de la corrupción, donde el país ha descendido hasta la posición 46, ubicándose por debajo de naciones como Ruanda. El dato no constituye una mera cifra estadística, sino que refleja una percepción internacional consolidada sobre la eficacia de nuestros mecanismos de control y prevención de la corrupción.

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La crítica de Transparencia Internacional trasciende la mera evaluación técnica para convertirse en un llamamiento a la transformación estructural del sistema. La ausencia de una Estrategia Nacional Anticorrupción coherente y articulada representa, según este organismo, el principal obstáculo para lograr avances significativos en la materia. La proliferación de medidas aisladas y coyunturales, sin una visión integral del problema, ha generado un marco normativo e institucional fragmentado que carece de la eficacia necesaria para enfrentar los desafíos contemporáneos de la corrupción.

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El plan gubernamental bajo la lupa crítica

La propuesta gubernamental presentada tras los escándalos que han salpicado a figuras prominentes del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha sido objeto de una evaluación particularmente severa por parte de Transparencia Internacional. La organización considera que esta iniciativa, lejos de constituir una respuesta integral al problema, perpetúa el modelo de actuación fragmentaria que ha caracterizado las políticas anticorrupción españolas.

La crítica se fundamenta en la ausencia de elementos esenciales que toda estrategia anticorrupción eficaz debe incorporar. La falta de un diagnóstico sólido, la indefinición de objetivos claros y la carencia de un cronograma específico con dotación presupuestaria adecuada configuran un escenario que, según Transparencia Internacional, «garantiza el fracaso» del sistema institucional anticorrupción.

Esta valoración resulta especialmente significativa si consideramos que el plan gubernamental surge como respuesta a una serie de casos que han puesto en evidencia las limitaciones del actual sistema de control. Los casos Koldo, la trama Cerdán, la operación Kitchen, la trama Gürtel y las investigaciones que afectan al entorno familiar del presidente del Gobierno constituyen manifestaciones concretas de las deficiencias sistémicas identificadas por la organización internacional.

La ausencia de participación ciudadana en el diseño de estas políticas públicas representa otro elemento deficitario destacado en el análisis. Una estrategia anticorrupción efectiva requiere la involucración de diversos actores sociales, incluyendo la sociedad civil, el sector privado y la academia, para garantizar tanto su legitimidad como su eficacia práctica.

(Imagen: E&J)

Las instituciones en el punto de mira

El informe de Transparencia Internacional no se limita a formular críticas generales, sino que identifica instituciones específicas cuyo funcionamiento requiere una revisión profunda. El Consejo de Transparencia y Buen Gobierno emerge como una de las entidades que necesita un fortalecimiento sustancial en términos de independencia institucional, funcional y presupuestaria, así como en su capacidad sancionadora.

La Oficina de Conflictos de Intereses constituye otro punto neurálgico del sistema que ha evidenciado limitaciones preocupantes. El reciente episodio relacionado con la participación del presidente del Gobierno en la decisión sobre el rescate de Air Europa, mientras la aerolínea patrocinaba actividades vinculadas a su entorno familiar, ha puesto de relieve las insuficiencias de esta institución para detectar y gestionar adecuadamente los conflictos de intereses.

Estas deficiencias institucionales no pueden entenderse como fallos aislados, sino como manifestaciones de un problema estructural más amplio. La débil arquitectura institucional anticorrupción española se caracteriza por la dispersión competencial, la falta de coordinación entre organismos y la ausencia de mecanismos efectivos de rendición de cuentas. Esta situación genera espacios de impunidad que pueden ser aprovechados por actores con intenciones corruptas.

La propuesta de crear una Oficina de prevención de la corrupción, impulsada por Sumar y rechazada en el Congreso de los Diputados, ilustra las dificultades políticas para implementar reformas estructurales en este ámbito. La fragmentación parlamentaria y la falta de consenso político constituyen obstáculos adicionales que complican la adopción de medidas efectivas.

La necesidad imperiosa del pacto de Estado

Transparencia Internacional identifica la construcción de un Pacto de Estado como elemento fundamental para garantizar una transformación estructural y sostenible del sistema anticorrupción español. Esta propuesta trasciende las consideraciones técnicas para adentrarse en el terreno de la voluntad política y el compromiso institucional a largo plazo.

Un Pacto de Estado en materia anticorrupción implicaría el establecimiento de consensos básicos que trasciendan los ciclos electorales y las alternativas políticas. La corrupción, por su naturaleza sistémica y su capacidad para adaptarse a los cambios normativos, requiere respuestas políticas estables y duraderas que no dependan de las vicisitudes de la competencia partidista.

La experiencia comparada demuestra que los países que han logrado avances significativos en la lucha contra la corrupción han basado sus estrategias en consensos amplios que involucran a diferentes fuerzas políticas, instituciones del Estado y organizaciones de la sociedad civil. La construcción de estos consensos requiere, inevitablemente, el reconocimiento compartido de que la corrupción constituye una amenaza para la calidad democrática y el desarrollo económico.

La fragmentación parlamentaria actual dificulta enormemente la construcción de estos consensos. No obstante, la gravedad de la situación descrita por Transparencia Internacional debería servir como catalizador para superar las diferencias partidistas y construir un marco de actuación compartido.

(Imagen: Abogacía Española)

Los desafíos de implementación y monitorización

La implementación efectiva de cualquier estrategia anticorrupción requiere el desarrollo de sistemas de monitorización y evaluación que permitan medir el progreso y ajustar las políticas en función de los resultados obtenidos. Transparencia Internacional identifica esta carencia como uno de los elementos más preocupantes del enfoque español actual.

La ausencia de indicadores de rendimiento claros y medibles impide evaluar objetivamente la eficacia de las medidas adoptadas. Esta situación genera un círculo vicioso en el que las políticas públicas se implementan sin mecanismos adecuados de retroalimentación, lo que dificulta la corrección de errores y la optimización de recursos.

El establecimiento de un sistema robusto de monitorización implica la definición de métricas específicas que permitan evaluar tanto los resultados (reducción efectiva de la corrupción) como los procesos (funcionamiento de las instituciones anticorrupción). Esta tarea requiere la colaboración entre diferentes instituciones y la adopción de metodologías rigurosas que garanticen la objetividad de las evaluaciones.

La experiencia internacional sugiere que los sistemas de monitorización más efectivos combinan indicadores cuantitativos (número de casos investigados, tiempo de resolución de procedimientos, recursos destinados a la lucha anticorrupción) con evaluaciones cualitativas (percepción ciudadana, valoración de expertos, análisis de casos concretos).

Las reformas pendientes en el horizonte

El catálogo de reformas propuesto por Transparencia Internacional abarca múltiples dimensiones del sistema anticorrupción español. La mejora de la transparencia sobre asesores públicos y su actividad constituye una de las prioridades identificadas, especialmente relevante en un contexto donde la influencia de estos actores en la toma de decisiones públicas ha sido objeto de controversia.

La creación de un Registro de grupos de interés representa otra reforma fundamental que permitiría visibilizar las actividades de lobby y establecer mecanismos de control sobre estas prácticas. La regulación del lobby, práctica legítima en las democracias consolidadas, requiere marcos normativos que garanticen la transparencia y eviten la captura de las instituciones públicas por intereses particulares.

El fortalecimiento de la integridad de los partidos políticos más allá del control financiero constituye un desafío particular en el contexto español. Los partidos políticos, como actores centrales del sistema democrático, deben someterse a estándares éticos elevados que trasciendan el mero cumplimiento de las obligaciones financieras y se extiendan a todas sus actividades.

La formación en ética emerge como un elemento transversal que debe permear todas las instituciones públicas. La corrupción no constituye únicamente un problema normativo o institucional, sino también cultural, que requiere un cambio de mentalidad en el funcionamiento de las administraciones públicas.

(Imagen: E&J)

El espejo internacional y las lecciones aprendidas

La posición de España en el ranking internacional de percepción de la corrupción no constituye únicamente una cuestión de prestigio nacional, sino que refleja deficiencias reales en el funcionamiento de nuestras instituciones. La comparación con países que han logrado mejores resultados en este ámbito ofrece lecciones valiosas sobre las políticas y reformas necesarias.

Los países nórdicos, tradicionalmente situados en las primeras posiciones del ranking, han basado sus estrategias anticorrupción en la combinación de instituciones sólidas, cultura de transparencia, participación ciudadana activa y marcos normativos coherentes. Estos elementos no surgen espontáneamente, sino que son el resultado de procesos deliberados de construcción institucional y cultural.

La experiencia de países como Georgia o Estonia, que han experimentado transformaciones significativas en períodos relativamente cortos, demuestra que es posible revertir situaciones de alta corrupción mediante reformas integrales y sostenidas. Estos casos ilustran la importancia de la voluntad política, el liderazgo institucional y el apoyo ciudadano en los procesos de transformación.

La advertencia de Transparencia Internacional sobre posibles descensos adicionales en el ranking español debe interpretarse como una llamada de atención sobre la urgencia de las reformas. La dinámica de deterioro puede acelerarse si no se adoptan medidas correctivas efectivas en el corto plazo.

Reflexiones finales sobre el camino hacia adelante

El diagnóstico elaborado por Transparencia Internacional sobre el sistema anticorrupción español trasciende la mera crítica técnica para convertirse en un llamamiento a la acción política y social. La identificación de las deficiencias estructurales del sistema constituye el primer paso necesario para su transformación, pero requiere la traducción en reformas concretas y sostenidas.

La construcción de un sistema anticorrupción efectivo no constituye una tarea exclusivamente técnica, sino que requiere voluntad política, compromiso social y persistencia en el tiempo. Los cambios normativos e institucionales deben acompañarse de transformaciones culturales que modifiquen las prácticas y expectativas sociales sobre el funcionamiento de las instituciones públicas.

La responsabilidad de esta transformación no recae exclusivamente en el Gobierno, sino que involucra a todos los actores del sistema político y social. Los partidos políticos, las instituciones del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la ciudadanía en general tienen un papel que desempeñar en la construcción de un sistema más íntegro y transparente.

El momento actual, caracterizado por la confluencia de múltiples escándalos de corrupción y el deterioro en los rankings internacionales, puede constituir una oportunidad para impulsar las reformas necesarias. La crisis puede ser el catalizador que genere la voluntad política y el consenso social necesarios para emprender transformaciones que en circunstancias normales podrían encontrar mayor resistencia.

La advertencia de Transparencia Internacional sobre el fracaso garantizado del sistema actual si persiste en el enfoque fragmentario debe interpretarse no como una condena inexorable, sino como una oportunidad para cambiar de rumbo. La experiencia internacional demuestra que es posible construir sistemas anticorrupción efectivos cuando existe la voluntad política y social para hacerlo. España tiene ante sí la oportunidad de demostrar que está a la altura de este desafío.

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