Riesgos psicosociales en el mundo jurídico: un reto invisible para la salud laboral
Cuidar a los juristas es cuidar la calidad de nuestro sistema de justicia

Para Ana Isabel Gutiérrez, el estrés es uno de los riesgos psicosociales más vinculado al mundo jurídico. (Imagen: E&J)
Riesgos psicosociales en el mundo jurídico: un reto invisible para la salud laboral
Cuidar a los juristas es cuidar la calidad de nuestro sistema de justicia

Para Ana Isabel Gutiérrez, el estrés es uno de los riesgos psicosociales más vinculado al mundo jurídico. (Imagen: E&J)
El ejercicio de la abogacía y de otras profesiones jurídicas está rodeado de un halo de prestigio, rigor intelectual y compromiso social. Sin embargo, bajo la toga se esconden vulnerabilidades que a menudo pasan desapercibidas: elevados niveles de estrés, jornadas prolongadas, exigencias emocionales y un entorno de trabajo competitivo que, si no se gestiona adecuadamente, puede convertirse en un terreno fértil para la aparición de riesgos psicosociales.
La Ley 31/1995, de Prevención de Riesgos Laborales, obliga a garantizar la seguridad y salud de los trabajadores en todos los aspectos relacionados con el trabajo, incluyendo los factores psicosociales. Sin embargo, en el ámbito jurídico este mandato se diluye, especialmente entre profesionales autónomos que carecen de estructuras de apoyo institucional. Este vacío ha generado una creciente preocupación académica y profesional en torno a la salud mental de los juristas.
Conceptualización de los riesgos psicosociales
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) definen los riesgos psicosociales como las interacciones entre trabajo, medio ambiente, condiciones organizativas y capacidades del trabajador, que pueden afectar a su bienestar y rendimiento.
Entre los más relevantes en el ámbito jurídico destacan:
- Estrés laboral: consecuencia de la sobrecarga de trabajo, la presión de los plazos y la competitividad profesional. El Acuerdo Marco Europeo sobre el Estrés (2004) lo describe como un estado acompañado de quejas físicas, psicológicas o sociales, resultado de la incapacidad para responder a las demandas del entorno. Aunque no es una enfermedad en sí misma, la exposición prolongada puede derivar en trastornos graves de salud mental y física. Según los estudios hasta un 60% de los abogados tendrían tasas elevadas de “agotamiento emocional”. En el caso de autónomos, algunos rasgos de personalidad, como ser autoexigente y perfeccionista, podrían contribuir a agravar el cuadro, algunos déficit en recursos como la asertividad también pueden conllevar dificultad para decir no a asumir más casos o establecer límites a los clientes.
- Burnout o síndrome de desgaste profesional: reconocido por la OMS en la CIE-11 (2019) como un fenómeno ocupacional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal. En juristas, se traduce en irritabilidad, cinismo hacia clientes o colegas y pérdida progresiva de motivación. Estudios recientes sitúan la prevalencia de burnout en abogados entre un 30% y un 40% en países occidentales.
- Mobbing: el acoso laboral también afecta a los juristas, especialmente en despachos jerárquicos o competitivos.
- Otros factores asociados: violencia verbal de clientes, exposición a contenidos traumáticos, insomnio, alteraciones alimentarias, consumo de alcohol o psicofármacos, y aislamiento social.
Consecuencias psicológicas, conductuales y físicas
Los riesgos psicosociales en juristas no son meras molestias pasajeras, sino que pueden desembocar en problemas de salud graves:
- Psicológicas: ansiedad, depresión, irritabilidad, pensamientos circulares, hipersensibilidad a la crítica, bloqueos cognitivos o fobias específicas.
- Conductuales: abuso de alcohol, tabaco o ansiolíticos, desorganización, abandono de actividades de ocio y aislamiento.
- Físicas: cefaleas tensionales, contracturas musculares, problemas gastrointestinales, hipertensión arterial y alteraciones del sueño. El exceso de cortisol asociado al estrés crónico puede incluso afectar la memoria al reducir la materia gris del hipocampo.
El estudio epidemiológico DeDo (Hospital 12 de Octubre, 2018) reveló que el 80% de los pacientes con dolor inespecífico presentaban trastornos depresivos no diagnosticados. Esta correlación subraya la importancia de no infravalorar los síntomas físicos como indicadores de malestar psicológico.

Las jornadas interminables de los abogados ayudan a su malestar psicológico y mental, según esta psicóloga forense. (Imagen: E&J)
Factores de vulnerabilidad
Algunos perfiles de juristas resultan más expuestos:
- Aquellos que se identifican excesivamente con su trabajo, descuidando la vida personal.
- Los que no saben decir “no” y asumen casos fuera de su especialidad.
- Profesionales perfeccionistas y autocríticos en exceso.
- Quienes aceptan encargos por implicación personal, lo que conlleva mayor peso emocional.
Estrategias de prevención e intervención
La prevención de riesgos psicosociales exige un cambio cultural en la abogacía. Algunas propuestas clave son:
- Formación transversal: las facultades de Derecho deberían incluir contenidos en psicología aplicada, gestión de crisis, negociación y comunicación de malas noticias.
- Equipos multidisciplinares: la integración de psicólogos en despachos y colegios profesionales permitiría ofrecer apoyo emocional y técnico.
- Autocuidado y hábitos saludables: la gestión del tiempo, el descanso reparador, el ejercicio físico y la alimentación equilibrada deben considerarse herramientas jurídicas de primera necesidad.
- Resiliencia y flexibilidad cognitiva: como señala Rutter (1992), la resiliencia implica mantener una vida sana en un medio insano. Desarrollar locus de control interno (Rotter), autoeficacia percibida (Bandura) y fortaleza psicológica (Kobasa) son elementos protectores frente al estrés crónico.
- Promoción de la asertividad: aprender a decir “no” sin culpa y comunicar necesidades sin confrontación reduce la sobrecarga y mejora la salud relacional.
Los riesgos psicosociales en juristas no son un problema individual sino estructural, que requiere ser abordado desde el plano legal, organizativo y personal. La toga, símbolo de autoridad y respeto, no debe invisibilizar la vulnerabilidad de quienes la portan.
La salud mental en la profesión jurídica es un asunto de justicia preventiva: cuidar a los juristas es cuidar la calidad de nuestro sistema de justicia.
Como advierte la metáfora del “síndrome de la rana hervida”, la acumulación de pequeños malestares sin abordaje puede conducir a un colapso. La diferencia radica en reconocer a tiempo los riesgos, implementar medidas preventivas y construir una cultura profesional donde la resiliencia y el bienestar no sean lujos, sino derechos.
