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Editorial

Respeto, qué menos que respeto.

Tiempo de lectura: 4 min



Editorial

Respeto, qué menos que respeto.

(Imagen: E&J/ Óscar Peña)



 

Me había hecho el firme propósito de no insistir en el tema de los Jueces y el actual conflicto que se vive en la Judicatura española; no quería erigirme en «defensora» de nadie en concreto, si acaso clamar por una reforma estructural de nuestra Justicia, esa que se necesita desde hace 30 años y nadie se ha atrevido ni ha querido acometer quizás porque no era rentable electoral o políticamente hablando. Pero estamos en vísperas de la primera huelga de Jueces en nuestro país (cuando escribo este editorial) y  a medida que se van sabiendo según qué cosas, me cuesta más superar la perplejidad. Si no fuera por lo lamentable de la situación que ha llevado a sus señorías a adoptar esta posición, podría decirse que el día 18 de febrero es, será con toda seguridad, una jornada histórica aún cuando al mismo tiempo sea digna de no ocupar demasiado espacio en la memoria de ningún Jurista en general. Es evidente que una huelga no suele ser solución de nada, es todavía más evidente que el espectáculo de todo unos señores magistrados exigiendo que se les dote de medios necesarios para hacer su trabajo, no es nada gratificante. Pero, ¿alguien puede llegar a creer que el derecho a la tutela judicial efectiva del ciudadano se verá vulnerado porque un día concreto los jueces suspendan las vistas unas horas? Y si así fuera, ¿por qué no ponerse manos a la obra para que estos no sientan la necesidad de «huelguear» en vez de dictar instrucciones inquisitivas, propias de tiempos pasados, tendentes a vigilar el día «h» a los jueces pidiendo a los secretarios que informen puntual y detalladamente de quienes han osado ejercer un derecho como es el pedir medios y condiciones adecuadas para trabajar? Dicho queda, gravísimo me parece. Y sigo sin salir de la perplejidad y del asombro. Pareciera que lo importante no es tanto arreglar el problema sino difuminarlo…….
En el año 1989, el abogado Jorge Trías escribía: «sin medios, la Justicia seguirá siendo lo que es: lenta, pesada y, por lo tanto, injusta. Porque injusto es que se tarden años, a veces, en dictarse una resolución judicial. Pero la llaga no está en la mayoría de los jueces, sino en el propio sistema, que es excesivamente lento, pesado y además, carente de medios. Con más dinero tendríamos una Justicia, al menos, como la de Francia….. ”.
Ya que tanto se habla últimamente  de derechos fundamentales, ¿y el derecho a un proceso sin dilaciones indebidas? ¿Verdad que el ciudadano tiene derecho a que sus pleitos no duerman el sueño de los justos mientras les toca el turno de ser estudiados y resueltos? ¿Verdad que si les exigimos a los jueces que resuelvan en un plazo prudencial, hemos de darles los medios oportunos para ello y si no es así, se pierde toda legitimidad en la exigencia? Sigue diciendo el ilustre letrado arriba citado, referenciando a su vez una sentencia del Tribunal Constitucional, que «el origen de la dilación indebida no es imputable a negligencia del juez que conoce del procedimiento en que se ha cometido, ni siquiera un retraso circunstancial  producido por acumulación excesiva de asuntos, sino a carencia de estructura organizativa….este deber judicial impuesto por la Constitución, no puede ser incumplido, cualquiera que sea el esfuerzo y dedicación de los jueces y tribunales, si los órganos judiciales no disponen de los medios materiales y personales que sean necesarios para satisfacer el derecho de los litigantes a una pronta respuesta de la Jurisdicción a sus pretensiones procesales.» Leído lo anterior no puedo por menos que preguntarme, ¿cómo se ha llegado a este punto? ¿Será que la situación enquistada desde hace tiempo ha llegado hasta el limite del ya no se puede más? ¿Por qué se instrumentalizó  la tragedia? ¿Sólo para ofrecer en bandeja el linchamiento mediático de los jueces? De acuerdo, «»vamos a lincharles cual si de chivos expiatorios de turno se tratara»», pero, ¿bastará para que sean atendidos entonces los pleitos de los ciudadanos con celeridad y diligencia y estos tengan por fin una Justicia de calidad?
Alguien tendría que ponerle cordura al asunto y aquí hay unos responsables (de uno y otro lado) a quienes les toca arreglar el desaguisado. Lo siento, si interesa la justicia sólo para repartirse la composición del CGPJ en una representación denigrante: «este tuyo, este mío», deviene  falsa cualquier pretendida legitimidad que se esgrima para negarles el derecho y hasta el deber de pedir que de una vez por todas se arregle el estado de la Justicia. Pacientes y callados llevan toda la vida los jueces,  y, sin embargo, no ha sido suficiente para que las promesas de mejora se llevaran a cabo. Ahora, como diría el cantautor,  le toca el turno a quien corresponda………….
Dejemos a los Jueces y pensemos en los abogados del turno de oficio. Lo dicho para los anteriores vale perfectamente para estos. Tienen que amenazar con hacer huelga (el último recurso que suele quedar tras la indiferencia), exigiendo lo más elemental, es decir, que se les pague por su trabajo, para que las distintas Consejerías de Justicia, anuncien que el pago es inminente. Ante semejante tesitura la conclusión no se hace esperar: la Justicia no interesa a casi nadie, excepto cuando hay atisbo de sublevación. Mientras, se habla de la función social que cumplen los abogados del turno de oficio, y, como no, del derecho a la tutela judicial efectiva del ciudadano(¡vaya cajón de sastre el articulo 24 de la CE, vale para todo); ello no obstante, esa misma función social y tal derecho fundamental no ha servido para motivar a los responsables a proteger el buen servicio del turno y a procurar que sus letrados satisfagan sus funciones en condiciones óptimas, sin tener que mendigar el abono puntual de sus retribuciones o la no privatización del servicio.
En este estado de cosas, volviendo al  tema judicial, nos consta que los operadores jurídicos están preocupados por la necesidad que sienten los Jueces  de alcanzar más y mejores medios  para evitar la excesiva acumulación de trabajo, y agobio, susceptibles de ocasionar disfunciones y dilaciones ciertamente incompatibles con aquella serenidad esperable de una Administración de Justicia ponderada, ágil, eficaz y a ser posible pronta.
En fin,  insisto, al fondo del asunto, por favor, vayamos al objeto del proceso, a lo principal frente a lo secundario, a lo importante frente a lo trivial. Lo relevante no es tanto que los Jueces hagan huelga sino el por qué la hacen y en este punto es hora de dejar de mirar para otro lado. Hay un problema grave que resolver, mientras tanto, respeto, un poquito de respeto no estaría nada mal, aunque a juzgar por ciertas actitudes y declaraciones imprudentes, tampoco esto parece que lo tengamos tan claro.



Soraya Callejo
Directora Economist & Jurist.
callejos@difusionjuridica.es

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