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NewLaw, un concepto que ayuda a abogados y asesorías a seguir innovando

Esta fórmula innovadora traduce el riesgo legal a decisiones que acompañen el ritmo real del negocio

Para Silvia Perea, más allá de la mirada fresca que combina tecnología, metodologías ágiles y una colaboración directa con el cliente, su principal aporte radica en ofrecer soluciones globales. (Imagen: Universidad de Loyola)

Silvia Perea

Socio de Andersen




Tiempo de lectura: 4 min

Publicado




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NewLaw, un concepto que ayuda a abogados y asesorías a seguir innovando

Esta fórmula innovadora traduce el riesgo legal a decisiones que acompañen el ritmo real del negocio

Para Silvia Perea, más allá de la mirada fresca que combina tecnología, metodologías ágiles y una colaboración directa con el cliente, su principal aporte radica en ofrecer soluciones globales. (Imagen: Universidad de Loyola)

Que el sector legal español vive su momento álgido de transformación ya no sorprende a nadie. Y que en los últimos cinco años se haya avanzado más que en los diez anteriores, tampoco. Estas señales de cambio no son más que una respuesta natural a la presión por mejorar la eficiencia y responder con mayor agilidad a las necesidades de los clientes y de los equipos legales, cada vez más exigentes y obligados a actuar en un entorno regulatorio cambiante en el que el negocio, que en definitiva es quien manda, no espera.

En este contexto de cambio trepidante, ha surgido un nuevo paradigma que desafía los límites del delivery legal tal y como se ha entendido hasta ahora.



El concepto NewLaw comenzó a ganar popularidad en el mundo anglosajón, en torno al año 2010, para describir fórmulas innovadoras de prestar servicios legales con una fuerte base tecnológica (motivo por el cual en muchas ocasiones se confunde con el término Legaltech) y con metodologías flexibles (razón por el que está vinculado en muchos casos al ámbito de las Legal Operations, motivo por el cual también en ocasiones se entiende que son términos sinónimos, sin serlo, aunque puedan estar relacionados).



Pero pensar que esto consiste en comprar una licencia de software (si es con base en IA, mucho mejor) y hacer un curso de Scrum Master es, en mi opinión, una lectura simplista que pasa por alto aspectos esenciales del modelo. El NewLaw es mucho más que eso. Es un cambio cultural que pone el foco en aportar valor añadido en toda la cadena del servicio legal. No se limita a mejorar procesos, a incorporar tecnología o a generar playbooks alineados con las políticas corporativas, sino que redefine la forma en la que los profesionales legales entienden su propia función.

En el debate actual se insiste en enfrentar las distintas formas de ejercer la abogacía, lo tradicional frente a lo alternativo, ¿cuál es la forma más “pura” de ejercer el Derecho? (como si la fórmula fuera única). Se enfrentan modelos como si estuvieran en pugna por el control de la profesión, como si el mayor atractivo de cada una de estas propuestas fuera precisamente el llevar la contraria a lo anterior. Pero el valor del NewLaw no radica en su oposición a lo tradicional. Es decir, no es valioso por el mero hecho de ser distinto, sino precisamente por lo que aporta, por cómo responde a necesidades reales y actuales del mercado legal.

Y, entonces, ¿qué aporta? Más allá de la mirada fresca que combina tecnología, metodologías ágiles y una colaboración directa con el cliente, su principal aporte radica en ofrecer soluciones globales. Con visión jurídica, por supuesto. Pero además con una sensibilidad especial para el negocio y flexibilidad para adaptarse a su cultura. Se trata por tanto de traducir el riesgo legal a decisiones que acompañen el ritmo real del negocio, con métricas que permitan tomar decisiones informadas, justificar recursos, priorizar tareas y demostrar cómo el área legal, ya sea inhouse o externa, contribuye a los objetivos estratégicos de la compañía.

A su juicio, hablar de new law hay que entenderlo como la respuesta estratégica de las firmas que queremos adelantarnos a las transformaciones del mercado. (Imagen: E&J)

NewLaw no es una corriente pasajera. No es el último trend de la industria que aparece con bombo y platillo para desaparecer antes de que se entienda realmente qué es. Es la respuesta estratégica de las firmas que queremos adelantarnos a las transformaciones del mercado sin renunciar a lo que nos define: excelencia técnica, rigor y compromiso con el cliente. Y como tal, requiere un cambio de perspectiva.

Supone revisar las estructuras internas, rediseñar la manera en la que organizamos los equipos, apostar por la tecnología con sentido y con el factor humano en el centro, y medir el valor que aportamos. Implica desagregar la función jurídica en tareas escalables para llegar a más con los mismos recursos, como, por ejemplo, automatizar procesos repetitivos para que los abogados puedan centrarse en asesoramiento estratégico y resolución de problemas complejos.

En definitiva, se trata de mirar la tarea jurídica con ojos industrializados, optimizando recursos para que el abogado brille aportando sus cualidades humanas donde realmente suman. Y todo esto sin abandonar ni la profundidad jurídica ni la seguridad que un despacho consolidado ofrece.

Además, es un modelo que funciona en cualquier perfil, desde equipos legales con decenas de abogados en compañías del Ibex, como en áreas legales unipersonales de empresas más pequeñas, y en todos los sectores, regulados o no regulados. Porque lo que hace eficiente al NewLaw es su mirada.

Pero este cambio, empieza mucho antes de la implementación de herramientas o metodologías. Empieza con un cambio cultural y de mentalidad. Porque lo verdaderamente transformador es entender que los clientes demandan soluciones claras, ágiles y adaptadas a su realidad de negocio.

Este cambio de enfoque ha traído consigo el surgimiento de nuevos roles dentro y fuera del equipo legal: Legal Project Managers, Legal Engineers, Legal Designers o Legal Operations Managers están dejando de ser rarezas para convertirse en piezas clave en equipos que quieren combinar conocimiento jurídico con capacidad operativa. La colaboración entre profesionales con distintas habilidades (desde pensamiento crítico, competencias tecnológicas y analíticas, o sensibilidad por el negocio) es una de las claves más claras del NewLaw. Y probablemente una de las más desafiantes, porque nos obliga a salir de la zona de confort y a reconocer que además de saber Derecho, hay que saber aplicarlo con mentalidad estratégica y sentido operativo, de la mano de herramientas que hasta hace poco estaban reservadas exclusivamente a otras disciplinas totalmente ajenas al mundo jurídico.

También requiere liderazgo que impulse el cambio, gestione resistencias y trace una hoja de ruta clara. Y en mi experiencia, esta es la parte más compleja porque nos enfrenta directamente a nuestros puntos de dolor. No es un ejercicio cómodo ni sencillo, pero sin duda es imprescindible para avanzar hacia un modelo más eficiente. En esta línea, tal vez el mayor valor del NewLaw es precisamente su capacidad para revelar todo aquello que puede mejorarse, su capacidad de hacer visible lo que ya no suma, o lo que sumaría más de otra forma.

Por eso, más allá del término, quizás el verdadero reto sea hacerse una pregunta incómoda, pero necesaria: ¿Está mi equipo legal preparado para generar valor? ¿O únicamente para gestionar tareas? La respuesta está, como siempre, en cómo decidimos trabajar, liderar y colaborar dentro de nuestros propios equipos.

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