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Sin educación ni tolerancia, la Ley no puede resolver casi nada.

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Sin educación ni tolerancia, la Ley no puede resolver casi nada.

(Imagen: E&J)



Recientemente, se ha producido en Madrid un suceso (a buen seguro no será el más grave ni el más llamativo), en el que un viajero de autobús propinaba un puñetazo al conductor del mismo por no tener cambio de 10 euros. La verdad es que la trascendencia o no del caso depende del prisma con que se juzguen los acontecimientos. Al margen del calificativo penal que merezcan los hechos, la trascendencia juridica es evidente aunque le demos la nota de infracción penal leve o constitutiva de falta; ahora bien, cabe preguntarse por qué acontecimientos como el descrito se repiten constantemente en nuestra sociedad. Entiendo que Madrid es una ciudad muy complicada, que genera un alto índice de estrés y  en ese contexto, lo cierto es que el tráfico se lleva la palma en la producción de conflictos sociales,  en los que, además, suele mostrase  una gran agresividad por parte de los implicados. Por eso me pregunto si esto no será simplemente el fiel reflejo de la sociedad que entre todos (y ahí la responsabilidad es de todos o, por mejor decir, de casi todos) nos estamos “fabricando”, en la que si te encuentras con el vecino en la escalera y se te ocurre darle los buenos días, te mira con desdén, como si el saludo le estuviera molestando; no digo nada de los que corren para pasar por la puerta antes que tú o de los que son incapaces de ceder el asiento a una viejecita estando abarrotado el bus o el metro. También los hay que, literalmente, te dan con la puerta del ascensor en toda la cara, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc…………………………….y etc.
Cuando la mala educación traspasa la frontera de lo que  el mundo ha aceptado como tolerable, y entramos en calificaciones penales, se pone en marcha todo el mecanismo jurisdiccional con lo que implica de gasto, de tiempo y de acicate para el colapso de la Justicia. Tiene que ser así porque reacciones de este tipo debe ser merecedoras de reproche, sin embargo, no dejo de pensar que muchos conflictos se podrían evitar con mucha educación y otro tanto de tolerancia. Por mucho que el ordenamiento jurídico pueda disponer de mecanismos defensivos frente a este tipo de conflictos, serán absolutamente inocuos si falta una adecuada conciencia cívica y social. Ahí la Justicia no tiene nada que hacer.
No pretendía con esta reflexión arengar a nadie, es simplemente, que he tenido un juicio de faltas por disputa entre vecinos y me he quedado con la sensación de que ni el juicio ni la pena servirán de mucho, ¿cómo convencer a ciertos ciudadanos que no todo se resuelva a “mamporros”?
¡Será que la Justicia no tiene otras cosas en las que ocuparse!

Soraya Callejo
Directora Economist & Jurist



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