Dignidad de la profesión (IV): Turno de Oficio. Cuando el Estado te llama y luego se olvida de ti
“Tanta vocación y tanta humillación al mismo tiempo”

En los últimos años las concentraciones de abogados sobre el Turno de Oficio han sido notables. Esta fue en Madrid hace meses (Imagen: E&J)
Dignidad de la profesión (IV): Turno de Oficio. Cuando el Estado te llama y luego se olvida de ti
“Tanta vocación y tanta humillación al mismo tiempo”

En los últimos años las concentraciones de abogados sobre el Turno de Oficio han sido notables. Esta fue en Madrid hace meses (Imagen: E&J)
Continuo con vuestro permiso la serie de reflexiones con un cuarto capítulo, sobre la “institución” del Turno de Oficio, donde, (atención: “spoiler”), terminaré proponiendo la abolición del sistema actual como ya lo hice con los colegios profesionales obligatorios.
Y es que, el Turno de Oficio representa, en teoría, el compromiso más noble de esta profesión: la defensa de quien no tiene medios, pero sí derecho. Los mejores abogados y abogadas que conozco han pasado por él.
Pero, en la práctica, el Turno se ha convertido en un espacio donde se acumulan precariedad, invisibilidad y maltrato institucional. Por todos y todas es conocido que no hay reconocimiento. No hay medios. No hay protección. Solo hay exigencia. Y cada vez más.
Se espera que el abogado del Turno esté disponible en cualquier momento, se desplace sin coste, prepare sin expediente completo, y atienda a un cliente que, en demasiadas ocasiones, exige como si pagara… o desprecia como si le sobrara la defensa.
Y todo eso sin contrato, sin estabilidad y sin derechos laborales reconocidos. Porque conviene recordarlo: llevamos décadas siendo falsos autónomos del Estado.
No decidimos ni nuestro horario, ni nuestros honorarios, ni la asignación de clientes. Usamos sus locales, cumplimos con sus normas y respondemos ante sus órganos. Pero nunca han cotizado por nosotros. Nunca. Y eso tiene consecuencias: pensiones que no se reconocen, periodos sin cobertura, y una sensación creciente de que estamos prestando un servicio esencial como si fuera algo marginal.
Lo más preocupante, quizás, es la indiferencia. La del sistema judicial, que apenas reacciona. La de algunos colegios que se limitan a tramitar lo que pueden, cuando no a derivar a sus miembros una carga administrativa como si viviéramos en otro siglo, mientras recaudan su parte de gastos de gestión como uno de sus más elevados ingresos.
Y, por último, la indiferencia de la de la sociedad, que sigue repitiendo con total naturalidad que “si no puedes pagar abogado, te ponen uno de oficio”… como si eso explicara o excusara algo.[1]
Hace unos años, en una película de animación infantil, una momia achacaba su estado a “haber sido defendida por un abogado de oficio”.[2] A nadie le pareció ofensivo. Nadie lo cuestionó. Quizás porque el desprestigio ya se ha convertido en tópico, y el tópico en costumbre.
Y si esto sigue así, conviene dejarlo claro: el Turno de Oficio tal como lo conocemos no tiene futuro. No porque no sea necesario. Lo es, y mucho. Sino porque no puede seguir funcionando en los márgenes, sin estructura, sin derechos y sin respeto.
El Turno de Oficio, tal como está concebido, debe desaparecer. No como abandono. Todo lo contrario. Como transformación.
No se necesita un listado de profesionales independientes activados en condiciones indignas. Lo que hace falta es un Cuerpo de Abogados Defensores Públicos, con dependencia directa de la Consejería de Justicia (en Andalucía), condiciones laborales claras, formación continua, acceso semejante al del MIR en medicina, con medios y visibilidad. Un cuerpo que garantice la defensa de calidad sin depender de listados ni designaciones puntuales. Y, cuando el Estado sea parte, que exista un Turno excepcional de incompatibilidades.
No se trata de pedir reconocimiento simbólico. Se trata de dejar de sostener un servicio esencial con parches.
Porque, al final, ni el cliente entiende que está bien defendido, ni el abogado está bien tratado por ninguna de las partes.
Y eso, aunque lo hayamos normalizado, no puede seguir siendo aceptable.

Una imagen de la manifestación del Turno de Oficio. (Imagen: Venia)
[1] Con los criterios económicos actuales de acceso el/la beneficiario/a del Turno en no pocas ocasiones gana más, incluso mucho más, que el/la abogado/a que le representará.
[2] Las aventuras de Tadeo Jones (2012 Lightbox Entertainment)
