Aperitivos entre jueces y abogados
La reputación ética permitía poder presumir de esa capacidad de interrelación entre diferentes profesionales jurídicos
(Imagen: E&J)
Aperitivos entre jueces y abogados
La reputación ética permitía poder presumir de esa capacidad de interrelación entre diferentes profesionales jurídicos
(Imagen: E&J)
La abogacía española constituye un colectivo profesional que, en general, es muy vocacional. Por ello no es de extrañar que haya muchos abogados que no se jubilen. Estos abogados, muy veteranos, siguen trabajando mientras la salud se lo permite. Son fundamentales en los despachos colectivos, donde transmiten su conocimiento a las nuevas generaciones de profesionales, en el entorno ideal que no puede ser otro mejor que un despacho de abogados.
Un veterano abogado después de explicar los efectos de la retroacción de la quiebra, cuando estaba vigente, recordaba con nostalgia que a finales del siglo pasado, aún era frecuente que en los bares próximos a los juzgados se viera compartir desayuno o aperitivo a jueces, fiscales, abogados, procuradores, secretarios judiciales y oficiales de juzgado.
En general, nadie presumía que por el hecho de que un juez tomara una cerveza con aceitunas con un abogado ello podía significar que tras esa relación se escondiera una finalidad ilícita tendente a modificar la correcta función jurisdiccional. Al contrario, era señal de normalidad, la misma que permitía compartir desayuno con el abogado contrario. Se presumía que la norma general de conducta de los operadores jurídicos era honesta y ética. Casi nadie podía pensar que por invitar a un vermú se compraba una voluntad, al contrario, la reputación ética permitía poder presumir de esa capacidad de interrelación entre diferentes profesionales jurídicos.
Hoy es más difícil ver a un miembro de la Carrera Judicial compartiendo aperitivo con un abogado en las cercanías de un juzgado. Hemos de preguntarnos porqué razón esto sucede. Seguro que no es porque se haya perdido la afición al aperitivo. Tal vez sea porque la mayoría de operadores jurídicos, que son rotundamente honestos, han dejado que la minoría que no lo es imponga su percepción a la sociedad .
