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Estilo de Vida

¿Cómo viste mi abogado?

La imagen profesional como herramienta clave en el ejercicio de la abogacía

(Imagen: E&J)


Estilo de Vida

¿Cómo viste mi abogado?

La imagen profesional como herramienta clave en el ejercicio de la abogacía

(Imagen: E&J)

La vestimenta de los abogados siempre ha sido un tema polémico para los estudiosos de la imagen aplicada al ámbito profesional. Se trata de conseguir que el vestuario que utilizan tanto las mujeres como los hombres que se dedican a la abogacía sea el más adecuado para favorecer su actividad profesional.

Uno de los principios más admitidos es que el abogado se debe adaptar al entorno en el que trabaja. Una firma que invierte mucho dinero en una oficina, en una zona exclusiva y en trasladar una imagen dirigida a un sector de clientes determinado, no querrá que sus abogados vistan de forma contradictoria con la imagen de la marca del despacho. Conviene recordar aquí normas de vestuario que imponían, por ejemplo, las firmas norteamericanas e inglesas dedicadas al derecho de los negocios, normas que, como sabemos, luego se trasladaron al continente europeo.



Veamos un ejemplo clásico:



Abogados

  • Zapatos negros y de cordones.

  • Traje de color azul marino u oscuro.

  • Camisa blanca o de colores claros con puños con gemelos.

  • Uso de corbata.

  • Buen afeitado o barba corta y cuidada.

  • No tatuajes visibles.

Abogadas

  • Zapatos de piel clásicos.

  • Traje chaqueta, falda o pantalón liso y de color homogéneo.

  • Camisa blanca o de colores claros.

  • Bolso clásico de tamaño moderado (no era recomendable utilizar el bolso para trasladar documentos de trabajo).

  • Joyas o complementos discretos, no llamativos.

  • Pelo recogido o melena corta.

  • No tatuajes visibles.

(Imagen: E&J)

Además, se recomendaba para ambos sexos no llevar pulseras o complementos con significación política o de posicionamiento en relación con temas polémicos en la sociedad de cada momento.

De igual forma, había otra clase de firmas de abogados que, por la tipología de sus clientes, recomendaba utilizar trajes de pana, zapatos de color marrón, camisas oscuras y, en general, una vestimenta informal. Normalmente se ha considerado que el abogado ha de vestir de forma que no incomode a la tipología de su clientela.

Los abogados jóvenes y sin experiencia son los que inicialmente deben estar más atentos al cumplimiento de estas normas. No hay cosa peor para un junior, hombre o mujer, que se le identifique en su primera etapa profesional por su forma de vestir. Lo mejor para ellos y ellas en esta etapa es nunca destacar por ir vestidos de una forma u otra. Lo importante es que se hable de ellos por su trabajo y por su actitud. Por el contrario, afortunadamente, en la medida en que el abogado obtiene experiencia y gana fondo de comercio, será más libre para vestir de la forma que más le apetezca.

Estas normas mencionadas están cambiando. Por ejemplo, el uso de corbata y gemelos está decayendo, pero, en cualquier caso, sigue vigente —como en cualquier otra profesión— la necesidad de adecuar el vestuario al entorno profesional en el que se trabaja.

Si nos subimos a un avión comercial y viéramos al piloto subir a la nave en bermudas, más de un pasajero se inquietaría. Igualmente, nos sorprendería que un carnicero nos atendiera con traje y corbata.

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