El silencio valenciano del Ventorro

Aquellos de nuestros lectores que reúnan la doble condición de ser aficionados al fútbol y tener cierta edad recordarán, sin duda, el programa radiofónico de José María García, que lideró la oferta radiofónica española durante décadas. En ese programa, García, al auditar los gastos de los dirigentes del fútbol, prestaba una atención relevante a lo que gastaban comiendo y bebiendo en los restaurantes.

Llegaba a radiar, casi en directo, comidas y cenas de directivos: “entran los mariscos, cigalas de gran calibre y ostras gallegas que trabajan con esmero, para luego visitar la tierra asturiana a través de sus carnes, y todo ello regado…”. No sabemos cómo este gran periodista conseguía la información, pero lo que resulta incuestionable es que esos restaurantes donde se celebraban aquellas famosas comidas incumplían reiteradamente uno de los requisitos fundamentales de cualquier establecimiento que aspire a recibir clientes socialmente relevantes: mantener la confidencialidad de lo que comen y beben sus clientes.

En este momento, el restaurante más famoso de Valencia es El Ventorro, protagonista de los informativos españoles por la conocida comida del expresidente valenciano, el señor Mazón. Pero para entender el alcance de la profesionalidad del equipo de este restaurante, que trabaja con Alfredo Romero, nieto del fundador, basta con constatar que, a día de hoy, nadie sabe qué se comió ni qué se bebió en la mesa del expresidente. Este respeto al cliente y a su intimidad no se improvisa: es fruto del trabajo y de la educación del personal de sala durante décadas.

Lo expuesto evidencia uno de los grandes activos de este restaurante, pero no es el único. Situado en Ciutat Vella, el casco antiguo de Valencia, en la calle Bonaire nº 6, cerca de la emblemática Plaza de la Reina, su interior está decorado con una sobriedad más propia de Castilla que de Valencia. Madera, azulejos, paredes blancas y un ambiente auténtico de casa de comidas. Si visitamos sus famosos reservados, hemos de decir que su único valor es la intimidad y la tranquilidad que brindan a los clientes; su decoración es mejor olvidarla.

En El Ventorro confeccionan la carta a diario en función de los productos que adquieren. Por ello, la oferta cambia cada día, aunque es cierto que existen platos que dominan especialmente y que, por ese motivo, ofrecen con frecuencia.

Destacan los platos de cuchara, especialmente sus garbanzos guisados y su fabada, que nos trasladan a los mejores restaurantes de Gijón. Igualmente, son muy recomendables los pescados de playa, las croquetas de rabo de toro y, de forma muy destacada, los sepionets.

También merece atención la carta de vinos, muy bien seleccionada para el maridaje de los platos que ofrecen.

El Ventorro lleva abierto en Valencia desde el año 1967. Es un clásico de la ciudad, y ese título solo se gana ofreciendo calidad.

El precio medio por comensal se sitúa en torno a los 50 euros.