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1984: Francia empieza a colaborar con España en la lucha contra ETA

Tras el pacto de cooperación entre ambos países, el acoso al grupo terrorista fue más eficaz

La banda terrorista ETA anuncia el cese de su actividad. (Foto: Google)

Andrés Lara

Director de Economist & Jurist




Tiempo de lectura: 9 min

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1984: Francia empieza a colaborar con España en la lucha contra ETA

Tras el pacto de cooperación entre ambos países, el acoso al grupo terrorista fue más eficaz

La banda terrorista ETA anuncia el cese de su actividad. (Foto: Google)



En la actualidad, la colaboración entre países en la lucha contra el terrorismo es, además de necesaria, algo habitual, sobre todo en el caso de países vecino. Sin embargo, no siempre ha sido así. Eso se sabe muy bien en España. Durante muchos años, Francia fue un santuario para miembros de ETA que cometían atentados en España o que dirigían la organización desde el sur del país.

El Gobierno galo consideraba que estos terroristas eran “refugiados” que habían huido de un país en el que su libertad no estaba asegurada. Esta postura fue sostenida incluso después de la muerte de Franco, la llegada de la democracia a España e, incluso, de que el País Vasco gozara de un estatuto de autonomía con unas cotas de autogobierno impensables para cualquier provincia francesa.



Esta postura cambió a partir de 1984, sobre todo después de que el ministro del Interior español, José Barrionuevo, y su homólogo francés, Gaston Deferre firmaran en el mes de julio un pacto de colaboración antiterrorista. La historia de cómo se llegó a este acuerdo, así como los acontecimientos que sucedieron al mismo es un camino lleno de altibajos y desencuentros, pero también de éxitos que contribuyeron a debilitar la infraestructura de ETA y a propiciar el fin de la banda armada.

Gaston Deferre, ministro del Interior francés que firmó el acuerdo de colaboración contra ETA. (Foto: Google)



Mala relación con Francia

En los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, las relaciones entre España y Francia eran inexistentes. El Gobierno galo decretó el cierre de la frontera con España, medida que se extendió durante dos años. Quería, de este modo, aislar a la dictadura de Franco y castigar a un país que había colaborado con el régimen nazi, que había invadido Francia en 1940. La relación mejoró algo en 1958 con la llegada al poder en Francia del general Charles De Gaulle. Precisamente ese año era fundada la organización terrorista ETA.



Las primeras acciones de la banda armada se centraron en la propaganda contra el régimen franquista y en la denuncia de la falta de libertades en España. Sin embargo, diez años después de su formación comenzaron con los atentados y los asesinatos. A pesar del inicio de lo que en ETA llamaban “lucha armada”, la banda terrorista gozaba de muchas simpatías fuera de las fronteras españolas, sobre todo en Francia.

Esto se acrecentó después de lo que se conoce como el Proceso de Burgos.  En un proceso celebrado en la ciudad castellano-leonesa fueron juzgados 16 etarras acusados de tres asesinatos. Seis de ellos fueron condenados a muerte, pero el régimen decidió indultarlos ante la gran presión internacional a la que se vio sometido.

Abogados defensores de los etarras juzgados en el ‘Proceso de Burgos’. (Foto: Google)

La visión que había de los etarras en Francia, a los que se consideraba casi como héroes, marcó profundamente la actitud del Gobierno francés, que de manera sistemática rechazaba las solicitudes de extradición de las autoridades españolas.

La postura de Francia se vio aún más reforzada después de que en 1975 fueran condenados a muerte dos militantes etarras y tres del FRAP (Frente Revolucionario Antifascista y Patriota). A pesar de que el Parlamento Europeo aprobó, a instancias de Francia, una resolución pidiendo la congelación de las penas de muerte, estas se materializaron en septiembre de 1975, solo dos meses antes de la muerte del dictador.

La Transición no hizo cambiar a Francia

La transición hacia la democracia en España no se tradujo en un cambio de actitud del Gobierno francés en lo que a los etarras en su territorio se refiere. Tanto es así que el presidente del Gobierno español, Adolfo Suárez, llegó a amenazar a Francia con denunciarla ante el Consejo Europeo por su falta de ayuda en la lucha antiterrorista. Esto empujó al Gobierno francés a hacer un amago de colaboración y comenzó a detener a ciudadanos vascos y a confinarlos en diferentes departamentos del país. Sin embargo, con la llegada de Calvo Sotelo a la presidencia del Gobierno, los franceses dejaron de colaborar.

En 1982 se produjo un nuevo espejismo de ayuda francesa contra el terrorismo etarra. El hecho de que llegara al poder en España Felipe González y que su colega en la Internacional Socialista, François Mitterrand, fuera el presidente de Francia dese un año antes, hizo pensar que habría una mayor colaboración entre los dos países en un aspecto tan delicado y que tanto sufrimiento estaba causando en España. No fue así.

Tal como explica Susana Panisello, de la Universidad Ponpeu Frabra, Mitterrand dejó claro desde el primer momento que “el derecho de asilo pertenece a la tradición republicana y democrática de nuestro país y contribuye ampliamente al prestigio de Francia en el mundo”. Esto se traducía en que los etarras podrían seguir viviendo en Francia sin peligro de que fueran deportados a España.

Esto quedó claro en mayo de 1982. La policía francesa detuvo a un grupo integrantes de ETA. El Gobierno español pidió su extradición, pero le fue negada. El Ejecutivo francés se amparó en un convenio de extradición firmado con España en 1877 esto es, en el reinado de Alfonso XII y con Cánovas al frente del Gobierno. Según explica Susana Panisello, el documento decía que “no será entregada persona alguna sentenciada o procesada si el delito por el que se pide la extradición está considerado por la parte de quien se reclame como delito político o como hecho conexo con semejante delito”. Los franceses seguían considerando a los etarras refugiados políticos.

La lucha contra ETA era una de las prioridades del Gobierno de Felipe González, que tenía claro que la colaboración de Francia era fundamental y que, para facilitar que ésta se produjera, tenía que conseguir que el Gobierno francés comenzara a ver a los etarras como terroristas y no como perseguidos políticos.

Francia se mostraba reacia a colaborara con España aunque ETA incrementaba su actividad. (Foto: Google)

En enero de 1983 comenzó una sucesión de visitas a Francia de los responsables de la lucha antiterrorista en España, pero a lo más que se llegó fue al establecimiento de unos seminarios interministeriales que no sirvieron de mucho. Entretanto, Francia empezó a sufrir el terrorismo de la organización Iparretarrak, un grupo que buscaba fines similares a los de ETA, pero en Francia. Pretendían conseguir un departamento francés formado por las provincias vascas.

Estos desencuentros entre los dos gobiernos se produjeron en un momento en el que la banda terrorista estaba recrudeciendo sus acciones. Finalmente, el Gobierno español, desesperado ante la actitud francesa, decidió dejar la ley y la diplomacia de lado. En 1983 creó los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) para responder a los asesinatos de ETA. SU principio básico estaba muy claro: por cada muerto de ETA, los GAL asesinarían a alguien relacionado con ETA en Francia.

El hecho de que los GAL desarrollaran su actividad en Francia puso muy nervioso al Gobierno galo. Finalmente, el Ejecutivo francés reanudó los contactos con el español para encontrar una solución a un problema que había terminado internacionalizándose de la peor manera para los intereses franceses. El 20 de diciembre de 1983, Felipe González se reunión con Mitterrand, que abrió la mano a colaborar con España en la lucha antiterrorista.

Felipe González con François Mitterrand. (Foto: Google)

El inicio de esta colaboración se centró en deportar a los etarras afincados en Francia a terceros países. En enero de 1984, la policía francesa realizó una redada contra sospechosos de pertenecer a ETA basándose en un listado facilitado por el ministro del Interior, José Barrionuevo. Aunque los pesos pesados del grupo habían huido por una filtración, fueron capturados 17 sospechosos, de los que 11 fueron ubicados en diferentes departamentos de Francia lejos del sur del país y seis enviados a Panamá.

Por fin, el primer acuerdo

En este clima de nueva colaboración, el 14 de junio de 1984, José Barrionuevo y su homólogo francés, Gaston Deferre, firmaron en Madrid un acuerdo de colaboración en materia antiterrorista que supuso un antes y un después en la cooperación contra ETA y permitieron las primeras extradiciones en septiembre de este mismo año. A esto contribuyó también que ese mismo año se celebraran elecciones en Francia. El nuevo Ejecutivo francés, que estuvo dirigido por Laurent Fabius, se mostró desde el primer momento más proclive a colaborar con las autoridades españolas en la lucha contra el grupo terrorista.

José Barrionuevo. (Foto: Google)

El 8 de agosto de 1984, fruto del nuevo clima de entendimiento, tuvo lugar la deportación más importante de las realizadas hasta ese momento: la del número dos de la rama militar de ETA, Eugenio Etxebeste, Antxon, a República Dominicana.

Con el comienzo de 1985 la cooperación entre ambos países parecía ir tomando velocidad de crucero. El 30 de enero la policía francesa detuvo en Anglet a siete presuntos etarras, entre ellos Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, Txiquierdi. Días después, el 7 de febrero, Isidro Garalde, Mamarru, también fue detenido. Según recuerda la profesora de Ciencias Políticas Teresa Mata en su obra Terrorismo y comportamiento político: España y el caso de ETA, “ambas operaciones fueron calificadas como el mayor golpe policial recibido por ETA hasta ese momento en Francia”. Sin embargo, ninguno de los dos fue extraditado.

Una vez más hubo que volver a las reuniones entre los dos países para reconducir la situación. Teresa Mata explica que París se comprometió a obstaculizar con todos los medios legales el movimiento de los etarras residentes en el País Vasco-francés y el Gobierno español a fortalecer la política de reinserción de etarras que había comenzado unos años antes.. En este contexto, hubo varias deportaciones y se dejaron de renovar los permisos temporales de residencia a los refugiados vascos.

En marzo de 1986 se celebraron elecciones legislativas en Francia que ganó la derecha, lo que llevó al primer Gobierno de cohabitación entre el socialista Mitterrand y la derecha con Jacques Chirac como primer ministro. Dado que en ese momento Francia se veía acosada tanto por el terrorismo separatista corso y el vasco como por el procedente de Próximo Oriente, la política antiterrorista se endureció y la colaboración con España se incrementó.

François Mitterrand con Jacques Chirac. (Foto: Google)

El 27 de abril fue detenido Txomin, considerado el máximo dirigente de la organización. El 21 de julio, en la primera conferencia de prensa del primer ministro francés, Jacques Chirac afirmó que «España puede contar con la colaboración sin reservas de Francia» en la lucha contra el terrorismo y que «Francia no será nunca la base de retaguardia de terroristas que pretendan actuar en España a partir de su territorio, y España puede contar con ello».

Expulsiones sumarias

Un elemento importante en la nueva política francesa hacia los miembros de ETA y aquellos a los que consideraban “refugiados” fue la luz verde dada por el Consejo Constitucional, en el verano de 1986, a un decreto-ley de 1945 que permitía proceder por vía administrativa, sin necesidad de requerimiento judicial, a la expulsión inmediata del territorio de aquellos extranjeros que constituyesen “una amenaza para el orden público”.

Según explica Teresa Mata, “este procedimiento de urgencia absoluta, mucho más rápido que las extradiciones, estuvo en práctica durante 16 meses, y supuso un salto cualitativo en la disposición cooperadora de Francia”. La primera expulsión llevada a cabo en virtud de esta normativa fue la de José López Varona, Txema, alegando que sus actividades eran fuente de “problemas de orden público” y que no poseía la documentación necesaria para residir en Francia. La política de las expulsiones continuó. Se realizaron 185 expulsiones sumarias de refugiados y presuntos miembros de ETA durante el Gobierno de Chirac.

Cooperativa de muebles Sokoa, donde fue encontrado un importante arsenal de armas. (Foto: Google)

La colaboración entre ambos países tuvo su culminación en noviembre de 1986. Después de una larga investigación, la policía francesa encontró en Hendaya, en el sótano de la cooperativa de muebles Sokoa, un importante arsenal de armas y detuvo a siete de sus directivos. Lo más importante, sin embargo, fue la gran cantidad de documentación encontrada, que a la postre se convirtió en una mina para las fuerzas de seguridad. Los conocidos como “Papeles de Sokoa” recogían informes sobre posibles atentados en Madrid y Barcelona y documentación sobre la financiación de la banda.

La siguiente gran operación contra la banda terrorista se produjo en septiembre de 1987 con la detención de Santiago Arrospide Sarasola, Santi Potros, cabeza del aparato militar de ETA y jefe de los denominados comandos ilegales. Junto a él fue detenido también José Ignacio Pikabea. La operación fue doblemente importante por la documentación incautada. Ésta permitió una de las mayores redadas hasta la fecha contra ETA en Francia. Se registraron 120 viviendas, y se arrestó a unas 150 personas. Las autoridades francesas entregaron por el procedimiento de urgencia absoluta a 55, otras 15 fueron expulsadas a terceros países y tres fueron confinadas en Bretaña. En los días siguientes prosiguieron las detenciones.

El etarra Josu Ternera. (Foto: Google)

La colaboración francesa volvió a ser noticia el 11 enero de 1989. En las afueras de Bayona eran detenidos los dirigentes de ETA José Antonio Urrutikoetxea Bengoechea, Josu Ternera, considerado el máximo responsable del aparato militar, y Elena Beloki.

Tras la detención de Josu Ternera, la colaboración entre España y Francia en la lucha contra ETA ha estado plagada de altibajos. La cúpula de la banda terrorista ha sido desarticulada varias veces y la colaboración policial y judicial ha permitido que muchos terroristas con delitos de sangre hayan podido ser puestos a disposición de los jueces y juzgados. En este periodo, no han faltado ni los atentados ni el sufrimiento de muchas personas, pero al menos la colaboración entre ambos países, que tanto se hizo de rogar por el lado francés, posiblemente ha salvado muchas vidas. Finalmente, el 20 de octubre de 2011 la organización terrorista anunció “el cese definitivo de su actividad armada”.

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