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Consejos para abogados altamente efectivos: informa al cliente lo antes sea posible de las buenas noticias y de las malas

"Tanto las buenas noticias como las malas hay que hacerlas llegar al arrendatario de nuestros servicios pronto, si puede ser, el mismo día"

(Foto: E&J)

Luis Romero Santos

Socio director de Luis Romero Abogados y doctor en Derecho Penal.




Tiempo de lectura: 4 min

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Consejos para abogados altamente efectivos: informa al cliente lo antes sea posible de las buenas noticias y de las malas

"Tanto las buenas noticias como las malas hay que hacerlas llegar al arrendatario de nuestros servicios pronto, si puede ser, el mismo día"

(Foto: E&J)



Después de tanto esfuerzo, un día recibimos una sentencia favorable o un auto que estima nuestro recurso y en lo primero que pensamos es en la buena noticia que vamos a darle a nuestro cliente. Han pasado años desde aquel día en que esa persona nos visitó en nuestro despacho muy preocupado por su problema y lo puso en nuestras manos. Estudiamos su caso, lo aceptamos, el cliente nos contrató, trabajamos duramente y, por fin, el tribunal nos ha dado la razón.

Pero nosotros al recibir esa resolución e ir directamente al fallo no sabíamos cual sería éste. Confiamos en la justicia, en nuestro trabajo y en nuestro acierto, pero nunca podemos estar seguros de la decisión final de un juez o un tribunal. Nuestros ojos se fijan en dos palabras: “Que estimando…” o “Absolvemos…” y como si nuestro equipo hubiese metido un gol, apretamos nuestras manos, las elevamos y una sensación de triunfo nos invade física y mentalmente.



Hay que llamar al cliente y darle la buena nueva. Va a alegrarse mucho, y su familia igual. Lo llamamos y no se lo cree, nos da las gracias por nuestra buena defensa, pero comienza a preguntarnos si esa resolución es firme, cuánto le va a costar la segunda instancia, si cuando se ejecute esa sentencia va a cobrar, que ha pasado unos años muy malos esperando el resultado, etc. Pero no siempre es así, lo lógico es que nuestro defendido esté muy satisfecho y contento con la información que le hemos suministrado, pues hemos conseguido nuestro objetivo.



«Hay que llamar al cliente y darle la buena nueva» (Foto: E&J)

“Que desestimando…” “Que condenamos …” Si nuestra mirada se posa en esos dos términos, no quiere decir que hayamos perdido pues quizás nosotros somos los favorecidos por esa resolución negativa para la otra parte. Sin embargo, si la desestimación de nuestras pretensiones se ha producido, los abogados estamos preparados para ello. En primer lugar, no somos infalibles. En segundo lugar, la resolución se puede recurrir ya sea con un recurso ordinario o por uno extraordinario. En tercer lugar, los abogados debemos seguir adelante con todos nuestros demás asuntos y esa derrota no debería condicionar nuestro trabajo diario.



Veamos la parte positiva de esa sentencia o auto que no respalda nuestra petición. Aprendamos para la próxima vez y pensemos en qué pudimos hacer mejor ¿Cuáles son los fundamentos de derecho que respaldan ese fallo? Y si de todos modos, pensamos que nuestro recurso tiene muchas posibilidades de prosperar, esforcémonos todo lo posible elaborando esa impugnación para que la resolución recibida sea revocada. La lucha no ha terminado.

Sí, pero ahora debemos comunicárselo a nuestro cliente ¿Lo llamamos desde nuestro móvil? ¿Desde nuestro teléfono de mesa? ¿A través de nuestra secretaria? ¿Por medio de un compañero del bufete? ¿Quizás sea mejor que nuestro administrativo le de una cita sin darle la noticia y le informemos aquí en nuestra sancta sanctorum?

¿Le remitimos un whatsap? ¿O un correo? Así evitaremos el mal trago de darle la mala noticia de pronto. No, no le demos más vueltas: llamémosle e informémosle directamente nosotros, con cuidado, con prudencia. Sepamos encontrar las palabras adecuadas. Si hemos perdido, estemos tranquilos porque nosotros nunca le dijimos a nuestro patrocinado que el caso estuviese ganado ni le dimos garantías sobre un resultado positivo al cien por cien. Cuando el cliente nos preguntó en su día, le dijimos que nosotros estaríamos encima de su caso, que pondríamos todo nuestro empeño, y al insistir sobre la garantía que le ofrecíamos le dijimos: mi experiencia como abogado, mi especialidad, mi formación, mi estudio.

«Tanto las buenas noticias como las malas hay que hacerlas llegar al arrendatario de nuestros servicios pronto» (Foto: E&J)

Eso es lo que debimos hacer. Nosotros hemos sido diligentes y hemos puesto todos los medios para obtener el mejor resultado pero si el final feliz no ha sido posible, asumámoslo y sea asumido también por nuestro defendido. Si esta no era la última sentencia y todavía es posible impugnar la misma, aconsejemos al cliente sobre el recurso, el plazo para presentarlo, nuestros nuevos honorarios (si éstos no estaban incluidos) y en nuestra opinión, sobre las posibilidades. Esas posibilidades, se las describiremos igual que cuando nos visitó la primera vez, es decir, aclarándole que nunca podremos saber la decisión del órgano superior al que remitiremos nuestro recurso. Pues ésta la dictará un tribunal, no nosotros.

Lo que sí está claro es que tanto las buenas noticias como las malas hay que hacerlas llegar al arrendatario de nuestros servicios pronto, si puede ser, el mismo día. No tengamos miedo de hablar con nuestro cliente, somos abogados. Nuestro bufete y nuestra carrera profesional han tenido éxitos, muchos éxitos que hemos celebrado. Y cuando no hemos ganado a la primera, lo hemos intentado a la segunda o a la tercera, y muchos de esos nuevos intentos han obtenido una resolución favorable, con lo cual la celebración ha sido aún mayor.

Al existir unos plazos para elaborar y presentar el recurso, el tiempo apremia y por eso no debemos dejar la comunicación al interesado para el último momento. Pensemos en que el cliente quizás decida cambiar de abogado para que éste intente revocar la resolución contraria a sus intereses. Nuestro compañero necesitará tiempo para estudiar el expediente y preparar su impugnación.

Igualmente, si ya no hay más recursos posibles y la sentencia ha de ejecutarse, hemos de referir a nuestro cliente los siguientes pasos. Debemos estar siempre al lado de él, incluso en estos momentos, para ayudarle.

Por eso, hemos de pensar en todo esto cuando recibamos a los potenciales clientes en la primera consulta. Viviremos más tranquilos si somos sinceros y exponemos en esa reunión todas las posibilidades. Como no tenemos una varita mágica, nadie nos puede exigir que seamos infalibles. Cuando comenzamos a ejercer oímos esa famosa frase para los abogados:

“Para ganar un pleito hacen falta tres cosas: primero, hay que tener la razón; segundo, hay que probar que la tienes; y tercero, te la tienen que dar

Lo que implica esta frase es que por muy seguros que estemos de nuestras pretensiones, el juez podría no darnos la razón. El derecho no es una ciencia exacta.

Nota

Este artículo es el decimoquinto de la serie Consejos para abogados altamente efectivos, del autor Luis Romero Santos. Pueden visitar su perfil clicando en este enlace para conocer el resto de piezas.

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