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Artículos

El fuera de juego, el VAR y el Derecho

"Las líneas entre lo sancionable y lo irrelevante son más sustantivas"

Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid C.F. (Foto: Archivo)

Miguel Á. Albaladejo Campoy

Socio fundador de DIKEI Abogados.




Tiempo de lectura: 4 min



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El fuera de juego, el VAR y el Derecho

"Las líneas entre lo sancionable y lo irrelevante son más sustantivas"

Carlo Ancelotti, entrenador del Real Madrid C.F. (Foto: Archivo)



El día 19 de octubre del presente año, el Real Madrid C.F. jugó contra el Elche C.F. en su estadio Manuel Martínez Valero. El Madrid acabó ganado 0-3 pero se dio una circunstancia notable: fueron anulados por indicación del VAR (Video Assistant Referee) otros tres goles, algunos de impresionante belleza deportiva, dos a Benzema y uno a Alaba.

No se apela al VAR sólo con motivo de las dudas sobre un fuera de juego, hay otras circunstancias que exigen su intervención, como penaltis, agresiones, etc., pero nuestra crítica se centra en la regla del fuera de juego.



Todos los comentaristas del partido señalado coincidieron en la criticable actuación del sistema de revisión. Así, Hughes en ABC dijo que “un gol extraordinario que coronaba una media hora de juego a la altura de la primera parte contra el Shakhtar aunque quedará para el limbo porque el VAR lo anuló por milímetros, por la superficie saliente de un codo, una verruga, un nudillo o media cresta ilíaca”, afirmando que “la anulación de ese gol fue otro ejemplo de tecnología al servicio de la mediocridad. El VAR se usa en España con exceso de celo, una censura del talento”.

Imagen del encuentro entre el Real Madrid C.F. y el Elche (Foto: LALIGA)



Por otro lado, José Sámano, de El País, aseguró lo siguiente: “curioso, en los tres goles revocados por el incordiante VAR el fuera de juego era de los asistentes, no de los goleadores”.



Y en el AS, Alfredo Relaño opinó sobre las cosas del nuevo fútbol: “En una misma noche el Madrid ganó un partido, al Elche, y empató otro, con el VAR. Casi me interesa el empate, porque sirve para comprender el extravío en que nos está metiendo la tecnología que abraza el fútbol. Nos aleja del espíritu del juego”.

Llevo tiempo pensando que una herramienta que interviene en situaciones delicadas para aplicar una regla decisiva, el fuera de juego o, como decían nuestros padres, “orsay”, no puede estar en manos profanas. Es posible que los que manejan el instrumento conozcan las reglas del juego, pero carecen de la más elemental noción de cómo deben de interpretarse las normas y ésta lo es.

La proclamación por el juez de la contienda de una situación de fuera de juego constituye una consecuencia de la aplicación de una norma sancionadora y las reglas de esa interpretación son las mismas si se trata de una norma penal, si de una norma administrativa o de una norma deportiva. No es un tema baladí ni superficial. Las cantidades económicas que se mueven en el mundo del futbol y la relevancia de las consecuencias sociales de los eventos deportivos de esta naturaleza tienen hoy una importancia decisiva en nuestro mundo.

La regla en cuestión proclama que estará en fuera de juego el jugador que no tenga al menos un jugador del equipo contrario entre el portero y él y, en lo que nos afecta, la situación en línea de los dos jugadores no es fuera de juego. Pues bien, lo que estamos viendo cada día los espectadores es que jamás existe una posición de los dos jugadores en línea, defensor y atacante, porque siempre hay un apéndice, una articulación o una bota que sobrepasa una hipotética línea que se traza desde el propio instrumento o así lo explican los responsables.

«La proclamación por el juez de la contienda de una situación de fuera de juego constituye una consecuencia de la aplicación de una norma sancionadora» (Foto: RFEF)

Nadie en el mundo del Derecho podría suscribir esa teoría. Las líneas entre lo sancionable y lo irrelevante son más sustantivas. Si se trata de averiguar si dos cuerpos están en línea no basta una mínima parte del cuerpo que sobresalga, se necesita comprobar si las dos masas corporales están en situación pareja respecto a la situación del portero.

Por otra parte, no debe prescindirse de una interpretación teleológica. La sanción persigue evitar una situación de ventaja del atacante respecto del defensor. Si la posición de aquél no puede considerarse ventajosa, no cabe aplicar la sanción.

No podemos convertir la aplicación de la norma en una cuestión de pelillos o puntas de una bota o ridiculeces semejantes como acusan los periodistas antes mencionados. Personalmente, opino que siempre que en la hipotética línea haya coincidencia de los cuerpos de ambos jugadores, la jugada debería declararse lícita. Esas diferencias mínimas de posición no otorgan ventaja a uno sobre otro.

Por otra parte, hay un aspecto en la aplicación del VAR que no debe ser menospreciado, el de la seguridad jurídica o si queremos ser más explícitos, las garantías del sistema. Al parecer las salas VAR se encuentran en la Ciudad Deportiva que la Federación Española de Futbol tiene en el municipio de Las Rozas cerca de Madrid. Rodeados de cámaras, la TV nos suele mostrar al árbitro designado junto a sus ayudantes en un mostrador frente a un grupo de monitores de televisión. La cuestión del fuera de juego se dilucida, como hemos dicho, en un par de líneas que definen los límites del último defensor y del primer atacante. Pero es sabido que una variación de un grado o menos en la alineación desde el punto de origen de la línea puede representar un metro o más en su proyección sobre el campo. ¿Quién controla al controlador? Nadie.

Han sido muchos los escándalos que ha aireado la prensa sobre actuaciones corruptas en los organismos rectores de los distintos deportes y muy especialmente en el futbol. Habría que encontrar algún mecanismo para fortalecer la confianza en la aplicación del sistema y, desde luego, dar un curso acelerado de derecho punitivo a los árbitros españoles

Es un clamor popular que hay que acabar con las extravagancias del VAR, pero no eliminarlo como opinan algunos detractores. El VAR es una herramienta útil que disminuye o reduce las arbitrariedades y los errores, se debe de mantener pero perfeccionando su utilización, al menos en los excesos expuestos en este comentario.

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