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Artículos

Sentirte extranjero en tu propio país

“¿Dónde quedan los derechos lingüísticos e informativos de los turistas españoles?”

Turista en una playa de Tenerife. (Foto: Alamy)

Pedro Tuset del Pino

Magistrado-juez de lo Social de Barcelona




Tiempo de lectura: 4 min

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Sentirte extranjero en tu propio país

“¿Dónde quedan los derechos lingüísticos e informativos de los turistas españoles?”

Turista en una playa de Tenerife. (Foto: Alamy)



Recién finalizadas mis vacaciones estivales he tenido oportunidad de reflexionar, con carácter crítico, acerca de algunos comportamientos y circunstancias que, no por generalizados y conocidos – o padecidos – deben ser objeto de un comentario constructivo pero crítico.

Y es que a veces tengo la sensación que soy un extranjero en mi propio país. En las zonas turísticas, especialmente de la costa, la gran mayoría de los establecimientos abiertos al público, tiendas, farmacias, supermercados, bares, restaurantes, alquiler de coches, venta de excursiones turísticas,  muestran sus servicios y productos en inglés, a veces también en alemán y francés, y casi nunca en español, ya sean rótulos, ofertas, servicios, cartas y menús. Incluso el personal que presta el servicio lo hace, por lo general, en inglés, ya sea como única lengua de comunicación o por defecto, aunque uno sea de Aranjuez, Ourense o Lleida.



“Muchos bares y pubs ofrecen sus propios y particulares espectáculos con artistas de su país

Para colmo – entiéndase de los propios nacionales – muchos bares y pubs ofrecen sus propios y particulares espectáculos con artistas de su país en una atmósfera y un ambiente que nos traslada directamente a cualquier ciudad o villa inglesa.



Turistas británicos en una terraza de Benidorm. (Foto: Manuel Lorenzo/EFE)

Y me pregunto si esta situación debe ser tolerada por mucho que gran parte de los ingresos por divisas que integran el PIB de España dependan directamente de la explotación turística  – la aportación al PIB y al empleo turística de España tocó techo en 2018, con 191.000 millones (un 15% del PIB) y triplicó la contribución de otro sector vital como la automoción, con 60.000 millones y un 5% del PIB -.



¿Ahora bien, dónde quedan los derechos lingüísticos e informativos de los turistas españoles, entendidos como aquellas personas que utilizan los establecimientos y bienes turísticos o reciben los servicios que le ofrezcan las empresas de esa naturaleza y que como clientes los demanda y disfrutan?

¿Acaso no debe preservarse el derecho de los mismos a recibir información en su propio idioma, veraz, previa y completa sobre los bienes y servicios que se le oferten, a recibir del establecimiento turístico elegido bienes y servicios acordes, en naturaleza y calidad, con la categoría que aquel ostenta, a tener garantizada, en el establecimiento, su seguridad, su tranquilidad e intimidad personal y que se adopten las medidas adecuadas para la protección de su salud, así como a formular quejas y reclamaciones y, fundamentalmente, el deber que incumbe a la Administración de proteger las manifestaciones culturales y la forma de vida de la población de toda agresión, manipulación o falseamiento?.

Dicho de otro modo y en relación con este proceder, ¿cómo velan nuestros poderes públicos en la protección y promoción de la imagen de España como unidad de destino turístico, así como en la coordinación de las políticas de ordenación, fomento y promoción del turismo de los municipios, vinculado a una adecuada planificación y ordenación del mismo a nivel regional, incluida la ordenación de la oferta, así como la planificación y programación sobre infraestructuras turísticas de interés regional?

“La dignidad de un país se cimienta de muy distintas y variadas maneras”

Si Vds. han viajado a cualquier otro país, especialmente a Inglaterra, Francia, Alemania o Italia, comprobarán que sus establecimientos tan solo se expresan en su propia lengua o emplean por igual las más comunes, aunque en más supuestos de los deseables se encontrarán con que el español, el castellano para los más legalistas – art. 3 CE – queda relegado a la nada, simplemente no existe.

Bajo mi particular prisma, la dignidad de un país se cimienta de muy distintas y variadas maneras, tanto en el orden social, cultural, científico como económico, pero también en la adecuada proyección de su imagen exterior.

«Spain is different!», el eslogan que cambió para siempre la imagen de España. (Foto: ABC)

Pareciera como si el famoso slogan “Spain is different” (ideado en el año 1963 por el entonces Ministro de Información y Turismo  Manuel Fraga, aunque el autor fuera Luis Bolín, que durante 15 años -1938-1953- fue el influyente director general de Turismo del Régimen) implantado como campaña turística en la época del apogeo turístico poniendo de relieve la fama española de país aislado y de costumbres bárbaras, vino para quedarse definitivamente.

No quisiera que estos comentarios, escritos a vuela pluma, cayeran en saco roto, sino que germinaran en una normativa capaz de afrontar una situación que por absurda resulta vergonzante.

Y es que resulta que siendo de capital importancia para algunos discutir sobre el modelo lingüístico en España, poniendo en duda o confrontando el interés en el respeto, divulgación y enseñanza de todas y cada una de las lenguas españolas – catalán, eusquera y gallego – mientras tanto los árboles no nos dejan ver el bosque, dejándonos invadir por el inglés, sus hábitos y costumbres como si de una nueva colonia se tratase.

Y lo anterior, para los más críticos lectores, que de todo hay, sin poner en tela de juicio la importancia de aprender cuantos más idiomas mejor, pero con el debido respeto y consideración hacia los derechos de los consumidores de este país.

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