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Hagamos grande de nuevo el ICAM ¡Y a luchar por la Justicia!

Tribuna de Jesús Ángel Rojo, candidato a vicedecano del ICAM en la candidatura de Miguel Durán

Jesús Ángel Rojo (Foto: Juntos por la Abogacía)

Jesús Ángel Rojo

Candidato a vicedecano del Ilustre Colegio de la Abogacía de Madrid




Tiempo de lectura: 3 min

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Hagamos grande de nuevo el ICAM ¡Y a luchar por la Justicia!

Tribuna de Jesús Ángel Rojo, candidato a vicedecano del ICAM en la candidatura de Miguel Durán

Jesús Ángel Rojo (Foto: Juntos por la Abogacía)



Ser abogado es una de las profesiones más importantes del mundo. Sobre sus espaldas recae la Justicia y el Estado de Derecho, que son la base de nuestra democracia.

Nuestros compañeros pelean por separar lo justo de lo injusto. Su profesión requiere de un gran esfuerzo, que solo llega a través del conocimiento y años de experiencia. El abogado es una pieza fundamental para el buen funcionamiento de la sociedad y, por ello, necesita un reconocimiento que muchas veces no tiene.



Ejercer la Abogacía supone introducirse dentro de una persona y su comportamiento. Para poder realizar esta unión espiritual con el cliente, el abogado tiene que ser profesional, honrado y tener unos valores por encima de lo normal.

Somos el faro que guía la libertad, la Justicia y el Estado de Derecho sobre el que se sustenta nuestra noble Nación. El respeto de los derechos y libertades de nuestros compatriotas están sujetos a la existencia de una Abogacía incorruptible e independiente. Por todo lo anterior, ahora más que nunca necesitamos un ICAM que nos acompañe y proteja de las tormentosas aguas que amenazan nuestra profesión. En un mundo en el que el fuerte quiere aprovecharse del débil, solo hay una delgada línea roja que lo puede evitar, y esa línea está compuesta por la Abogacía de Madrid y nuestro Ilustre Colegio.



El ICAM es una corporación autónoma que agrupa a todos los compañeros, cuyo fin es ordenar el ejercicio de la profesión, defender los derechos e intereses de sus colegiados, apoyar la formación permanente de los abogados y garantizar el control deontológico y la aplicación del régimen disciplinario, en colaboración con la Administración de Justicia.



Muchos compañeros han perdido la confianza en el ICAM precisamente porque se ha convertido en un ente extraño, incapaz de acercarse a las necesidades de los abogados de Madrid, y que es visto como un arancel que hay que pagar para ejercer la profesión. ¿Acaso las mujeres y hombres que forman parten del ICAM se han visto representados ante las Administraciones públicas por la actual Junta, o los abogados del Turno de Juicio se han visto defendidos ante las continuas agresiones de sus clientes? O, por ejemplo, ¿los jóvenes abogados han sentido el apoyo de su Colegio cuando han tenido que lanzarse al difícil vuelo que es el ejercicio de la profesión?

Necesitamos cambiar el ICAM para que se convierta en una institución ágil y dinámica que esté al servicio de la Abogacía de Madrid. El cambio es necesario por la sencilla razón de que no podemos concebir un ICAM que esté en manos de unos pocos. Por lo contrario, necesitamos un Colegio que esté al servicio de todos los compañeros y que deje de ser la parcela de una minoría. Por todo ello, hemos previsto una reducción de cuotas que beneficie a los más necesitados, porque el dinero de los compañeros, donde mejor está, es en su bolsillo.

Preguntaros, ¿qué es lo que le pedirían al ICAM? Y después de tener la respuesta, llega el momento de la frustración, al ver que la actual Junta de Gobierno no ha sido capaz de responder a la mayoría de sus necesidades. Cuando se quiere gestionar una institución se tiene que venir aprendido, y no aprender a costa del sacrificio del conjunto de los abogados de Madrid.

El Colegio que yo quiero es aquel en el que todos seamos partícipes, donde mujeres y hombres caminen por la senda de la igualdad, donde se promocione la formación y, a su vez, donde exista la posibilidad de enfrentar a las Administraciones para mejorar la vida y las condiciones laborales de los compañeros.

El Colegio que yo quiero tiene que acabar con los chiringuitos y los amiguismos de unos pocos, y ponerse al servicio de la mayoría, que las secciones no sean un coto de caza privado donde el señorito de turno hace sus amaños.

El Colegio que yo quiero unirá a jóvenes y mayores para que los primeros pueden guiar a los segundos en las nuevas tecnologías, mientras que nuestros veteranos sean la guía segura de nuestros noveles a la hora de ejercer la profesión.

El Colegio que yo quiero hará de la formación un pilar esencial al servicio de la Abogacía de Madrid, porque la formación tiene que ser un derecho de los colegiados que le sirva de trampolín hacia un mejor futuro profesional. La formación es la base de cualquier abogado y tenemos la obligación de hacerla más asequible y cercana a todos los hombres y mujeres que forman el ICAM.

En definitiva, tenemos que dignificar el ICAM para poder hacer lo propio con la profesión porque, como dije al principio, no hay Justicia sin abogados y solo desde una gestión profesional y honrada del ICAM seremos capaces de tener el Colegio que todos queremos para proyectar la importancia de la Abogacía y de los compañeros que tan dignamente la representan en los Juzgados y Tribunales de todo Madrid.

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