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Entrevistas

Miss Pigmalion: «Es innegable que se está politizando la cúpula del poder judicial»

"El mundo del Derecho viene tradicionalmente arrastrando una visión demasiado formalista y antigua en todas sus facetas"

(Diseño: Cenaida López/E&J)

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Miss Pigmalion: «Es innegable que se está politizando la cúpula del poder judicial»

"El mundo del Derecho viene tradicionalmente arrastrando una visión demasiado formalista y antigua en todas sus facetas"

(Diseño: Cenaida López/E&J)



El encorsetado mundillo jurídico requiere de soplos renovados, ahora digitales, que abran puertas pedagógicas para las nuevas generaciones de letrados y demás operadores jurídicos. Las redes sociales, en este cometido, parecen erigirse como herramientas de difusión capaces de atraer al futuro del gremio, desprovisto de canales y foros suficientemente atractivos.

Ana Cal o Miss Pigmalión es una letrada que utiliza como canal expansivo de lo jurídico/legal Instagram. Son muchos los que la siguen y entendemos necesario conocerla.



Ana Cal/Miss Pigmalion (Foto: Instagram)

  1. Pigmalión fue rey de Chipre y se enamoró de una estatua: Galatea. ¿De quién está enamorada, en lo jurídico, Miss Pigmalión?

M.P.- En la realidad, estoy enamorada de cualquier abogado que realmente valore la importancia que tiene la defensa de las garantías procesales de todo investigado/acusado en un procedimiento penal. Puede parecer algo evidente, pero no lo es. Veo a muchos abogados a los que les incomoda llevar o que les asignen ciertos casos, porque a priori consideran “culpables” a sus clientes. Eso no importa. Una misión esencial del abogado es defender a toda costa que su cliente tenga un proceso justo con todas las garantías. Ese cometido es sagrado en un Estado de Derecho. No somos peores como sociedad por querer salvaguardar las garantías de un hombre acusado, por ejemplo, de asesinato: al contrario, somos mejores abogados y mejores ciudadanos, por muy reprochable que sea el delito.



En la ficción, estoy enamorada de Atticus Finch. Quizá ello implique ser algo soñadora, pero no puedo evitar querer parecerme a ese tipo de abogado.



Atticus Finch es el personaje protagonista de la novela Matar a un Ruiseñor, de Harper Lee, interpretado en la gran pantalla por Gregory Peck (Foto: Universal Pictures)

  1. ¿Considera que las redes sociales pueden ser una válida y eficaz herramienta para divulgar el Derecho?

M.P.- Estoy convencida de ello. El mundo del Derecho viene tradicionalmente arrastrando una visión demasiado formalista y antigua en todas sus facetas. La divulgación legal y la enseñanza no escapan a esa concepción obsoleta. Ya lo dijo Unamuno: “el progreso consiste en renovarse”. Creo firmemente en ello en todos los ámbitos de la vida. Es tiempo ya de dejar atrás esa visión anticuada de la profesión y del Derecho en general. Las redes sociales contribuyen a otorgar una visión más amena y accesible no sólo a los estudiantes, sino igualmente a personas legas en derecho. Instagram, por ejemplo, y contra todo pronóstico, es una buena herramienta para interactuar con todo tipo de público de una forma que atrae a la gente.

  1. ¿Cree que las redes sociales, como la que usted maneja, dejarán de tener vigencia en unos años y se convertirán en un recurso demodé o realmente cristalizarán en la opinión pública y acabarán sustituyendo a los medios tradicionales?

M.P.- No pienso que las redes sociales vayan a dejar de tener vigencia en unos años. Creo no obstante que las que conocemos hoy en día serán sustituidas por otras nuevas, como ha venido sucediendo en los últimos años. En cuanto a si pienso que acabarán sustituyendo a los medios tradicionales, podría ser, pero también creo que siempre que un medio tradicional se transforme y genere una relación simbiótica con las plataformas digitales tendrá una vida asegurada y menor riesgo de desaparecer.

  1. El hecho de que el canal que utilice sea más o menos moderno no debe olvidar cuestiones clásicas que debemos reivindicar como juristas: ¿cree que la Justicia española está politizada?

M.P.- Creo que los jueces, individualmente hablando, no están politizados. Sin duda son personas con ideas concretas, creencias religiosas e ideologías propias (como lo somos todos los ciudadanos), pero opino que esas creencias no influyen, al menos en la mayoría, en sus decisiones como jueces. Como abogada algún caso he tenido en el que he pensado que el asunto estaba politizado (uno muy reciente, de hecho), pero no creo que sea habitual.

No obstante, lo que para mí es innegable es que se está politizando la cúpula del poder judicial, el Consejo General del Poder Judicial. Es precisamente esa politización del CGPJ, a mi juicio bastante alarmante, la que genera, entre otras cosas, ese clima y sensación de que toda la justicia en España está politizada, cuando a mi juicio no es así. A este respecto, urge un cambio en el mecanismo de elección de los miembros de su órgano de gobierno antes de su renovación.

Mesa del Consejo General del Poder Judicial (Foto: EFE)

  1. ¿Considera que existe en España una real y efectiva separación de poderes?

M.P.- Pienso que en España la división de poderes está en grave peligro. Asistimos a un panorama preocupante. Sólo hay que pensar en el sistema de elección de los vocales del CGPJ. En sintonía con la respuesta anterior, es preocupante la mecánica de elección de estos, aún a día de hoy. Como es conocido, en 1980 una ley orgánica estableció que 12 de los vocales serían elegidos en una votación entre los propios jueces y magistrados. Sin embargo, en 1985, se cambió el modo y fijó el que se ha mantenido hasta hoy: los 20 vocales los elegirían a partes iguales las dos Cámaras. Recientemente, la gota que colmó el vaso llegó con la propuesta que realizaron PSOE y Podemos (bajo un pretexto absurdo): doce vocales serían elegidos por mayoría absoluta, es decir, por los mismos diputados que sostienen al Gobierno. El resto por 3/5, a pesar de formar parte del mismo órgano colegiado. De esta forma, con una escasa mayoría en el congreso, el ejecutivo podría controlar a su gusto el poder judicial.

Este intento de reformas mereció, afortunadamente, todos los reproches sobre su inconstitucionalidad e, incluso, una llamada de atención desde Europa en defensa de la separación de poderes.

Así, es normal que la ciudadanía muestre recelo a este respecto. Sólo hay que pensar que, aunque no se realice directamente, al elegir a los miembros del CGPJ por cuotas políticas, se siembra esa duda de politización porque son ellos los que deciden, por ejemplo, los nombramientos para el Tribunal Supremo.

  1. Hace unos meses hemos conocido el tenor de la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal. ¿Considera acertado que la instrucción pase ser una función de la Fiscalía?

M.P.- Tal y como está diseñada la institución del Ministerio Fiscal hoy en día, no. Cierto es que, si acudimos al Derecho comparado, nos encontramos con que gran parte de los de países de nuestro entorno tienen instaurada esta mecánica, pero no estimo que sea en absoluto un argumento suficiente. Es más, en España, me parece evidente la desconfianza que genera el cambio de jueces “independientes e inamovibles” (art. 117.1 CE) por fiscales que forman parte de una institución absolutamente jerárquica y no independiente, en cuya cima se sitúa un Fiscal General del Estado que propone el Gobierno. Ese peligro es claro, porque junto a los principios de legalidad e imparcialidad, hallamos dentro de la organización interna del Ministerio Fiscal otros dos que hacen saltar las alarmas: el de dependencia jerárquica y de unidad de actuación. A modo de ejemplo, el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal permite que el Fiscal General del Estado pueda designar a cualquiera de los componentes del Ministerio Fiscal para que intervenga en un asunto determinado (art 2.1 EOMF), o que, en cualquier momento del proceso o de la actividad que un Fiscal realice, en cumplimiento de sus funciones, podrá su superior inmediato sustituirlo por otro. (art 23 EOMF).

Creo que la reforma procesal estará abocada al fracaso si no se cambia de manera integral y profunda el EOMF.

Dolores Delgado, actual Fiscal General del Estado y ex Ministra de Justicia (Foto: Europa Press)

  1. ¿Qué opinión tiene acerca del derecho penal de autor? ¿Entiende que algunas leyes, cuando aplican la denominada “discriminación positiva” se adentran en esta concepción del derecho penal?

M.P.- Decía Roxin, allá por el año 1999, que era el hecho de ser el autor, y no el hecho cometido, lo que provocaba el castigo legal. Esta forma de entender el derecho tuvo su origen, si no me equivoco, en la escuela de Kiel, durante el triunfo del nacional socialismo en la Alemania Nazi.

Estas premisas jurídico-filosóficas de la Escuela de Kiel se usaron o contribuyeron a transformar el ordenamiento jurídico alemán, particularmente el derecho penal, en un instrumento al servicio de las necesidades políticas del partido nazi. Se consagró así el Derecho penal de autor, que castigaba a las personas no por razón de sus actos, sino de sus cualidades personales, como la raza, las creencias o la ideología.

Creo que para cualquiera es obvio que el derecho penal de autor pone en grave peligro la presunción de inocencia. Hoy, en nuestro ordenamiento jurídico español, estamos a mi juicio contemplando tratamientos diferenciados por parte de la ley y su aplicación, atendiendo a las circunstancias personales no ya solo del autor sino atendiendo a las circunstancias de la víctima. Así que esa “discriminación positiva” (no la llamaría así exactamente) podría efectivamente adentrarse, aun indirectamente, en esa concepción del derecho penal.

Carl Schmitt, máximo exponente de la Escuela de Kiel (Foto: Trotta)

  1. Afrontando el debate clásico sobre derecho natural y derecho positivo, ¿cree que la voluntad popular tiene preponderancia sobre la base de la costumbre o que hay algunos derechos inmanentes que siempre han de ser protegidos y garantizados? ¿Cuáles serían esos derechos?

M.P.- El derecho natural, para mí al menos, es el máximo valor de inspiración del orden jurídico, y como tal, otorga sentido a los mandatos vigentes. Podría decirse que cumple la función de parámetro ideal de la realidad jurídica. En respuesta a la pregunta, una vez leí que el derecho natural es una “barrera”, un “círculo de prohibiciones” alrededor de las iniciativas legislativas, doctrinales y también alrededor de la voluntad popular. En otras palabras, el derecho natural es algo así como una fuente de “orientación” y de “directivas” del Derecho positivo. Como tal, supone la existencia de cosas propias del hombre, derechos intrínsecos que le corresponden por el mero hecho de ser persona. Creo que esos derechos “naturales” deben ser protegidos y no pueden estar supeditados, sin más, a la voluntad popular. Ahora bien: creo que no permanecen inmutables. A medida que evoluciona la sociedad, pueden modularse. El ejemplo más claro lo tenemos en el derecho a la vida y la eutanasia.

  1. Dele un consejo a los jóvenes juristas que lean esta entrevista.

M.P.- Mi consejo puede parecer demasiado obvio, pero no lo es tanto: estudia. Estudia de verdad, sé curioso e intenta destacar sobre el resto a través de lo que sabes. Es cierto que los conocimientos no son lo único a valorar en un buen abogado, pero para mí son el pilar dónde se sustenta todo lo demás. El resto llegará después. En una entrevista que leí hace tiempo a una abogada de fuera de España (ahora mismo no recuerdo su nombre), ella decía algo así como “estudia y sé un buen abogado. Sé un excelente abogado. Sé el mejor abogado que tú cliente pueda tener”. Si me imagino a mí misma en la situación de tener que buscar a un abogado penalista (por ejemplo) para que me defendiera, intentaría buscar al que más conocimientos tuviera. Todo lo demás pasaría a un segundo plano. No existe estrategia de marketing alguna que pueda suplir la falta de conocimientos técnicos.

En un artículo de periódico, leí una frase que me apunté, del socio fundador del despacho Pérez-Llorca que decía: “La formación de un letrado es continua, el interés del cliente prevalece sobre cualquier cosa y la pasión por la defensa nunca se debe dejar languidecer”.

  1. ¿Qué libro está leyendo Miss Pigmalión?

M.P.- Ahora mismo estoy leyendo “La impaciencia del corazón” de Stefan Zweig. Probablemente es mi escritor preferido. Quien me conoce sabe de mi pasión por él. Cuando era adolescente, recuerdo a mi padre insistirme mucho en que leyese “El mundo de ayer” de Zweig. Nunca le hice caso. Tuvo que llegar el primer abogado con el que hice prácticas, al que yo admiraba (y admiro) mucho, y recomendarme “Novela de ajedrez” para darme cuenta de la razón que tenía mi padre. Desde ahí nunca he parado de leer a Zweig. Su forma de escribir me fascina, aparte del don que tiene para describir las emociones humanas.

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