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Marketing Jurídico y Habilidades Abogacía

Economia.Ante la crisis….abajo los miedos, arriba la autoconfianza. O de cómo el marketing también es importante en época de crisis.

Tiempo de lectura: 5 min



Marketing Jurídico y Habilidades Abogacía

Economia.Ante la crisis….abajo los miedos, arriba la autoconfianza. O de cómo el marketing también es importante en época de crisis.

Marta Cartabia, presidenta de la Comisión de Venecia. (Imagen: E&J)



“Fracasar es la oportunidad de volver a empezar de manera más inteligente”
Henri Ford

Supongo que más  de un alto directivo de la Ford se estará acordando de estas palabras de su fundador. Y sería interesante que pensase que la no alternativa es otra alternativa. Lo peor son los miles de trabajadores que se quedarán sin empleo…sin comerlo ni beberlo; es decir haya sido o no un buen profesional.



Las vacas gordas y las menos gordas parece que se ausentaron, nos dijeron adiós. Aquí están las flacas. ¿Será que no supimos cuidarlas? ¿O es que no hay forma de  escapar de aquel estribillo de la canción…? “El que tiene un peso, quiere tener dos…el que tiene veinte, busca los cuarenta y el de los cincuenta quiere tener cien…” Y claro es que al final hay quienes lo quieren todo a costa de todos los demás.

Y nos dejamos llevar y nos acomodamos, nos acostumbramos, nos apegamos, nos dejamos seducir del “color del dinero” y del poder de compra que éste significa…hasta puede comprar personas…pero, en definitiva ¿estaremos siendo comprados por un sistema que sobretodo valora y destaca el tener, el poseer bienes materiales y que cada poco tiempo nos hace saber quienes son las personas (¿o personajes?) que más dinero poseen. Son los nuevos ídolos, dioses a los que seguir en sus formas de hacer, decir, comprar y vender. ¡Esta claro que el espíritu vale para poco, lo material te hará feliz! Ese parece como si fuese el eslogan actual.
¡Que bonito! Y ahora ¿Como voy a pagar la hipoteca?¿Y que pasará si recortan empleo en mi empresa?



Y lo peor del caso, de la pandemia en la que estamos inmersos es que los que la provocaron andan por ahí sueltos tan tranquilos. Algunos incluso son capaces de estar solicitando ayudas e indemnizaciones. ¡Que bonito!



Estamos como en un “reality show”, como en un espectáculo en el que no sabemos si vivimos una realidad o es algo virtual, hiperreal quizás hasta que…nos avisan del embargo. ¡Vaya, no estaba en un programa de TV!

¡Ya está bien de tanta ingeniería financiera virtual! Esto todavía es peor  que lo que en el año 1999 se llamó “nueva economía”. Hemos sido envueltos por los manejos, la avaricia y codicia de los “metacuellos blancos”. Un diario español hace unos días titulaba el pie de foto en la que aparecían cinco “señores” como “Los señores del universo” y se refería a Soros, Simons, Paulson, Falcone y Griffin.

Estos grandes magos de las finanzas, con “visión galáctica” nos han metido en un buen lío a todos. Bueno, estos y toda la corte de “superbrokers” capaces de convertir hipotecas basura en lingotes de oro. Y, en ese juego, “originar y distribuir” lo llaman (me recuerda a las organizaciones piramidales) tonto, el último, es decir, el ciudadano de a pie, el que no dispone de inversiones y que simplemente se atrevió a comprarse un pisito ya que el banco le prestaba a 30, 40 o 50 años. Y con su sueldo y el de su mujer y haciendo números pensaban que era posible sobrevivir. Con tal de trabajar los dos, claro…
Y, ¿qué es lo que se puede hacer? Por lo pronto, intentar calmarse. Hay mucho nervio suelto, mucha desmoralización, mucha cabeza caída y, de esa forma, no se va a ninguna parte.

Sabemos, de hace mucho, aunque a los economistas les ha ido costando mucho el irlo reconociendo, que la psicología y la sociología son ciencias sociales totalmente interrelacionadas con la economía.

La economía tal como se vive y percibe tiene muy poco de ciencia exacta. Se expresa a través de ratios y magnitudes macroeconómicas no siempre sencillas y se manifiestan sobretodo a través de sensaciones, miedos y expectativas de los ciudadanos, consumidores e inversores.

Y ya sabemos que la percepción de cada uno se convierte en su propia realidad. ¿De qué forma se la cambiamos si es una percepción negativa? ¿A través del Marketing?

¿Se globalizan de la misma forma los estímulos marketinianos que nos hacen apetecer tener un producto o servicio porque además nos han dicho que seremos felices, que los miedos? En mi experiencia vital vengo observando que la influencia de lo negativo, “atrapa”, por lo general, más que lo positivo.

Y es ahí en donde tenemos que actuar en la situación presente. Comenzar por abrir nuestra consciencia a una realidad más amplia que la simple noticia económica-financiera, el rumor desestabilizador o el comentario de las desgracias de otros, que seguramente son ciertas pero, en ningún caso generalizable.

En segundo lugar, se trata de redescubrir  los propios talentos, con frecuencia no utilizados y mirarse al espejo para descubrir qué es lo que hay de poderoso y singular en cada uno de nosotros. Y recordar nuestros éxitos, aquellas situaciones difíciles que en base a nuestras competencias y nuestra singularidad logramos superar.

Las crisis abren ventanas, oportunidades, pero sólo a los despiertos, a los que están alerta y no sólo buscan hacia fuera sino también hacia adentro de ellos mismos.

Es hora de pararse para inmediatamente, con ideas y planteamientos nuevos (nuevas realidades exigen nuevas vías de actuación) actuar en áreas en las que podamos aportar valor.

En ocasiones no hay que moverse mucho, a lo mejor la oportunidad está al lado y nuestra, en ocasiones, falta de consciencia nos hace que no la percibamos, es decir que no exista para nosotros.

Somos responsables de defender nuestro “estado de ánimo”, nuestra entereza, coraje para afrontar situaciones nuevas para muchos y adversas para casi todos.

Ahora, que está tan de moda (desde hace al menos 10 años) eso de la inteligencia emocional (Gardner, Boyatzis, Goleman) es momento de ponerla en práctica, ya que a nivel teórico todo el mundo la conoce. Por un lado, aprovechar las relaciones, las redes sociales, los contactos, los familiares y los vecinos (esos a los que a veces ni se les saluda al cruzarse con ellos en el portal) Y, por otra parte, la autorregulación, es decir la capacidad de mantener el tipo en situaciones de ruptura como la actual. Revisar nuestros miedos, cuestionarlos y gestionarlos. Ya es suficientemente dura la realidad para que además le incorporemos miedos amenazantes, paralizantes y profetizantes.

Hay que movilizarse, alzar la cabeza e ir creando un mejor futuro para todos. Es la ocasión, no la desaprovechemos.

En momentos de zozobra generalizada es gratificante recordar a Rabindranath Tagore cuando dice: “Donde la mente carece de temores y la frente está bien alta; donde el conocimiento es libre; donde estrechos muros nacionales no han dividido el mundo en fragmentos; donde la cristalina corriente de la razón no se ha extraviado en las monótonas arenas del desierto del hábito entumecido; en ese paraíso de libertad, Padre mío, dejad que mi país despierte”.

Aleccionadoras palabras de Tagore, de una actualidad brutal. Nos descubre nuestras flaquezas, nos alerta sobre ellas y nos da vías de salida. La vía fundamental de la libertad al superar nuestros miedos, la vía del descubrir nuevas actuaciones al salir de nuestros hábitos, la vía de la colaboración y la visión conjunta para conseguir la fuerza que proporciona la unión.

Y, si ya hemos caído, saber que en el levantarse es en dónde se distingue a los que están dispuestos a ser ellos mismos de los que pertenecen a esa masa gris indiscriminada, aburrida y mediocre cuya vida es dirigida y manejada por los demás.

Cada uno debe elegir qué ser y cómo vivir. Se puede tener una identidad basada en el tener o simplemente sobrevivir materialmente dejando que otros dirijan tu vida o por el contrario se puede ir diseñando tu propia vida enfocándola en el sentido que tú le des y creciendo en libertad de espíritu, pensamiento, sentimiento y acción. El segundo camino es más difícil que el otro pero este último tiene mucho más que ver con nuestra naturaleza trascendente que con nuestra naturaleza animal.

En todo momento el ser humano escoge y decide. En momentos de crisis todavía más. Tú decides.

Por José María Gasalla
Conferenciante, escritor y profesor de ESADE Business School

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