Agosto: sin descanso para los consumidores
“Fraudes online y problemas con el transporte: complicaciones del verano”

Los derechos de los consumidores en verano se ven restringidos por deficiencias en el transporte aéreo y ferroviario. (Imagen: UNIR)
Agosto: sin descanso para los consumidores
“Fraudes online y problemas con el transporte: complicaciones del verano”

Los derechos de los consumidores en verano se ven restringidos por deficiencias en el transporte aéreo y ferroviario. (Imagen: UNIR)
El mes de agosto, periodo fundamentalmente vacacional, no ha tenido descanso para los consumidores que por diversas circunstancias han visto como sus derechos como consumidores y usuarios se han visto en peligro e incluso se han vulnerado. Esto sucede por diversas circunstancias, pero yo me atrevería a centrar el tema en dos fundamentales: los fraudes en los medios tecnológicos y los problemas con el transporte.
En cuanto al primero de estos asuntos, los fraudes tecnológicos, desgraciadamente nos estamos acostumbrando a ser receptores de publicidades, mensajes o correos electrónicos a través de los cuáles se intenta realizar el engaño a los consumidores.
Estos delitos son variados. Algunas veces se trata de apartamentos turísticos que no existen, otras de falsas ofertas de trabajo, pero también estamos ante un incremento notable de oferta de productos de reconocidas marcas de la moda a precios irrisorios.
Y es que el Consumo tiene un carácter estacional, es decir, dependiendo de la fecha en la que estemos hablamos de unos determinados problemas y, este verano, no ha sido una excepción en ello.
El otro de los temas que ha complicado la vida de los consumidores este verano, el transporte, tiene un ejemplo claro en lo que está sucediendo en el transporte ferroviario. Los retrasos importantes y las cancelaciones de viajes se han convertido en una constante que hace un tremendo daño a este servicio público.
Esto lo he podido vivir personalmente cuando he viajado por motivos de trabajo. En las estaciones de tren se masca el miedo por parte de los usuarios que respiran aliviados cuando aparecen en las pantallas informativas las vías desde las que salen sus trenes. Lo mismo se puede observar cuando, por cualquier circunstancia, el tren hace una parada no programada en medio del campo. En esos casos se puede ver cómo se pasa del resoplido inicial a modo de ver qué ocurre al suspiro de alegría cuando el tren reanuda su marcha.
Y es que la credibilidad de este medio de transporte se ha visto altamente comprometida en tanto que muchos ciudadanos eligen sus vehículos privados. Estos ciudadanos no hacen sus viajes por un mero gusto contaminador, sino que se ven obligados a hacerlo de esta manera porque no creen en el transporte público porque la única manera de confirmar su llegada a los sitios es mediante su coche.
Y para finalizar con este apartado del transporte, las huelgas, las que siempre aparecen cuando se produce una salida masiva de ciudadanos por sus vacaciones y los convierte en rehenes de los conflictos laborales entre empresas y trabajadores. Nuevamente, en el sector aéreo hemos tenido ejemplos de ello.
Frente a esto el consumidor también tiene una plena desconfianza en los servicios de atención al consumidor, que cada vez tienen menos medios en las diferentes administraciones públicas. Existe un total descrédito de estos mecanismos de protección de los derechos de los consumidores y usuarios cuando éstos se ven vulnerados.
Es muy frecuente oír a los consumidores la típica frase de “para qué sirve reclamar”.
Muchos de ellos han vivido experiencias negativas en tanto que, en el mejor de los casos, en un porcentaje muy amplio, como mucho han obtenido una sanción hacia la empresa que incumple por parte de la Administración Pública que no satisface para nada la pretensión del reclamante, es decir, cobra la Hacienda Pública pero no se produce la devolución del importe pagado por parte del consumidor ante una compra o la prestación de un servicio de manera defectuosa incumpliendo la legislación vigente.
Ahí deberíamos avanzar en ese sentido. Tenemos derechos reconocidos pero que no se hacen efectivos para los consumidores, es decir, en muchos casos se quedan en mero papel mojado. Hay ejemplos en otros países, donde se hace incluso un cobro a modo preventivo ante reclamaciones de los consumidores para un posible resarcimiento del daño o perjuicio causado.
Es cierto que nos quedan los tribunales de Justicia, pero el colapso de los juzgados o los costes que lleva asociada cualquier reclamación en sede judicial.

En verano siguen proliferando las estafas online, algunas de ellas relacionadas con pisos turísticos. ASESCON pide prudencia y la necesidad de comprobar los datos antes de pagar. (Imagen: OCU)
Aparte de esta cuestión, está el deterioro importante que los mecanismos públicos de atención al consumidor están teniendo. Presupuestos mínimos para la importancia y el volumen de trabajo que tienen, personal que se jubila y que no se repone porque requiere de una preparación mínima de cara a la atención al público, cierre de muchas unidades de atención al consumidor o en las Juntas Arbitrales de Consumo, etc.
Me consta el malestar de los técnicos municipales de Consumo y de las diferentes comunidades autónomas en tanto que sienten impotencia ante el maltrato institucional generalizado que están sufriendo.
Pero no quiero dar un mensaje meramente negativo, no todo ha sido malo este verano para los consumidores y usuarios.
Estamos en pleno periodo masivo para el Turismo y no hay gran número de reclamaciones respecto a estos servicios. Por tanto, se está trabajando muy bien de cara a los clientes por parte de las empresas de hostelería, llámense restaurantes, hoteles, hostales, albergues, campings, etc.
Esto nos coloca en la élite del Turismo mundial, lo que también provoca ciertas fricciones entre empresarios y vecinos con algunos tintes de turismofobia que no comparto para nada en tanto que la mayoría del turismo es respetuoso y si habría que atacar la minoría que no lo representa.
También las rebajas han sido tranquilas. No ha habido reclamaciones apenas ni denuncias respecto a este asunto. También se ha trabajado bien en el comercio a la hora de informar a los empresarios del sector de sus obligaciones y a los consumidores de sus derechos. Otra cuestión distinta sería si los consumidores han considerado adecuadas las rebajas en cuanto a su porcentaje de descuento.
Frente a este panorama, ¿tiene esto solución?
Claro que la hay pero les aseguro, como representante de los derechos e intereses de los consumidores y usuarios en España, que, dentro de un año si les vuelvo a escribir en esta importante tribuna informativa, volvería a decirles lo mismo, porque esto depende de una voluntad y un conocimiento político que desgraciadamente estamos viendo que no existe en la actualidad.
