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Estilo de Vida

Cinco consejos para mejorar tu oratoria

Hablar en público es un elemento fundamental del trabajo de abogado, por lo que es un aspecto que hay que cuidar

El desarrollo de la oratoria es importante para los abogados (Foto: E&J)

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Estilo de Vida

Cinco consejos para mejorar tu oratoria

Hablar en público es un elemento fundamental del trabajo de abogado, por lo que es un aspecto que hay que cuidar

El desarrollo de la oratoria es importante para los abogados (Foto: E&J)



El desarrollo de una buena oratoria es fundamental para los profesionales de los campos más diversos, pero revista especial importancia en el quehacer diario de los operadores jurídicos, especialmente de los abogados. El uso de una técnica argumentativa cuidada puede favorecer que un abogado consiga un resultado favorable para los intereses de su cliente. De ahí la importancia de conocer, mejorar y pulir este mundo tan desconocido para tantos profesionales del Derecho.

No obstante, no suele ser habitual que esta disciplina sea incluida en los planes de estudio del Grado en Derecho de distintas Universidades, y cuando lo es, aparece como una asignatura marginal.



La oratoria es un arte, y su manejo puede depender en ocasiones de las habilidades individuales de cada uno o de la experiencia. No obstante, hay una serie de cuestiones que hay que tener en cuenta para desarrollar o mejorar nuestras habilidades para hablar en público. Te ofrecemos cinco de ellas.



1 Conoce el asunto del que vas a hablar

Esto parece una perogrullada, pero hay personas que se presentan ante una audiencia sin haber preparado bien el asunto del que iban a hablar y su intervención ha terminado en desastre. El abogado debe dedicar el tiempo necesario a estudiar cada asunto y la documentación que considere necesaria para probar aquellas cuestiones que interesen a su cliente y conocer los detalles más relevantes para montar su estrategia de defensa.

Incluso quienes tienen facilidad de palabra no pueden fiarse, ya que la experiencia demuestra que el buen manejo de la comunicación y de la oratoria nunca puede suplir la falta de conocimiento y preparación del asunto por parte del abogado.



Hay que preparar bien el tema del que se va a hablar. (Foto: E&J)

2 Manejo de la comunicación verbal y de la no verbal

Las dos son muy importantes, y hay que cuidar ambas por igual.

La comunicación verbal es, sin lugar a duda, la principal herramienta de trabajo de abogado. En este ámbito, juega un papel fundamental el tono de la voz. Es el guía principal de la conversación y por eso es necesario utilizar cambios de entonación y evitar muletillas para crear cercanía con el público. Igualmente, hay que cuidar el ritmo, la claridad expositiva, la densidad de información y el orden y la estructura de exposición.

La comunicación no verbal queda en un segundo término, pero es un eror. En la comunicación, la conducta no verbal informa de nuestro grado de comprensión y nivel de acuerdo, e incluso puede desmentir lo que estamos diciendo en ese momento.

Hay que mantener contacto visual con nuestro interlocutor, pero sin que parezca que le estamos acosando con la mirada. Lo más adecuado es mantener una posición erguida durante toda la intervención y con los pies abiertos, porque las posturas cerradas o con los brazos cruzados inspiran cierta desconfianza. Lo que trasmite nuestro rostro y lo que decimos debe ser coherente. Por ejemplo, en el momento de realizar movimientos enfáticos, es básico hacerlos con la mano abierta y, sobre todo, sin señalar a nadie. De este modo, mostraremos transparencia.

La asertividad, que afecta tanto a la comunicación verbal como la no verbal es un gran aliado del abogado a la hora de conseguir su propósito No se trata atacar la postura o los intereses de la parte contraria, sino de hacer valer los derechos e intereses de tu propio cliente, pero sin sobrepasarte, ya que una exposición exagerada terminaría produciendo el efecto contrario al que se buscaba.

En el momento de realizar movimientos enfáticos, es básico hacerlos con la mano abierta. (Foto: E&J)

3 Hay que tener una buena técnica argumentativa

La comunicación en el ámbito jurídico se caracteriza por el uso del discurso argumentativo, con el que se pretende convencer al juez para que emita una resolución favorable a los intereses de nuestros clientes o de la acusación en el caso del fiscal. Es esencial que el letrado tenga una buena técnica argumentativa, pues, de lo contrario, no comunicará de manera eficaz el mensaje. Para ello, el abogado puede valerse de distintos métodos.

El primero es la demostración de conceptos objetivos (hechos) y no de conceptos subjetivos (opiniones). En segundo lugar, interrelacionando causas y consecuencias, lo que, inevitablemente, va a determinar si se ha convencido o no al Juez. Por último, la explicación, presente tanto en el momento de la demostración como en el momento de la argumentación. El abogado está defendiendo los mismos derechos e intereses de su cliente, de manera que necesita aportar explicaciones que sustenten su discurso argumentativo.

La comunicación en el ámbito jurídico se caracteriza por el uso del discurso argumentativo. (Foto: E&J)

4 Asistencia a los tribunales

Un abogado está en continuo aprendizaje a lo largo de su carrera; aprendizaje que puede adquirir no solamente observando la evolución en el tiempo de sus intervenciones en sala, sino también como mero espectador de otros juicios y vistas en los que pueda analizar las técnicas de comunicación de otros compañeros.

Asistir a juicios como oyente ayuda a mejorar nuestras técnicas de comunicación. (Foto: EFE)

5 Discurso farragoso vs discurso preparado

Para conseguir la claridad expositiva, lo ideal es realizar una preparación correcta del discurso; es decir, dominar aquello que se va a decir y cómo se va a decir. El objetivo es crear un mensaje que resulte sencillo de entender para el oyente, evitando mezclar ideas o exponerlas de forma desordenada. Si no se lleva a cabo un discurso bien estructurado y claro, confundiremos al interlocutor y ello conducirá irremediablemente a que no entienda correctamente el mensaje o que pierda atención a nuestro discurso.

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