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Estilo de Vida

El espíritu de Ermua, un hecho que marcó la conciencia española

El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla

Foto: ELISANDO PONS

María González Villasevil

Redacción editorial E&J




Tiempo de lectura: 6 min



Estilo de Vida

El espíritu de Ermua, un hecho que marcó la conciencia española

El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla

Foto: ELISANDO PONS



Hay fechas marcadas a fuego en la vida de todas las personas. Normalmente si preguntas a un español qué estaba haciendo y dónde cuando se enteró de que Franco había muerto, cuando ocurrieron los atentados del 11S y del 11M, o cuando vio en las noticias que la banda terrorista ETA había secuestrado y asesinado a Miguel Ángel Blanco, sabrían responderte perfectamente a esa pregunta, sin dudar.

Hoy, 13 de julio, se cumplen 26 años desde que ETA asesinó a Miguel Ángel Blanco, concejal del Partido Popular del Ayuntamiento de Ermua (País Vasco), tras 48 horas de secuestro. Aquel 10 de julio de 1997, el joven de 29 años salió de casa para ir a la empresa en la que trabaja como contable, pero nunca llegó. La banda terrorista le secuestró, dando un ultimátum al ministro del Interior, que entonces era Jaime Mayor Oreja: o trasladaban a todos los presos etarras al País Vasco o asesinarían a Miguel Ángel en 48 horas. Un ultimátum que, lamentable, cumplió.



El acto llevado a cabo por los miembros de la banda terrorista fue la reacción a la liberación de Ortega Lara por parte de las autoridades, y no por voluntad de ETA, después de que estuviese 532 días secuestrado por estos.

Durante los dos días que duró el secuestro de Miguel Ángel Blanco, el pueblo de Ermua salió a la calle para pedir a ETA que no asesinasen a uno de sus vecinos. Nunca antes habían atacado en esa localidad, veían los actos cometidos por la banda por el televisor y en los periódicos, pero no habían vivido la situación desde sus carnes, en un pueblo pequeño como era el suyo y a una persona a la que ponían cara, nombre, casa, familia y amigos. Y lo peor, que sabían que ellos no podían hacer nada por la vida del concejal más allá que reivindicar.



En el homenaje de Estado celebrado el año pasado en honor al joven concejal popular, el rey Felipe VI, quien presidió la ceremonia, dijo en su discurso que “No podemos permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó en esos dolorosos días en nuestra historia; las víctimas del terrorismo dignifican nuestra democracia por eso merecen constantemente nuestro respeto y máxima consideración”. Y en efecto, las nuevas y futuras generaciones de españoles deben saber qué pasó esos días, deben saber la historia de España y de ETA porque, como tristemente pero bien dice el dicho, “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”.



Manifestación para pedir a la banda terrorista ETA que liberen a Miguel Ángel Blanco (Foto: EFE)

El espíritu de Ermua

Los habitantes de esta localidad iniciaron la rebelión cívica más famosa de España, la cual pasaría a denominarse como ‘el espíritu de Ermua’. El jueves, el mismo día del secuestro, se organizó en el pueblo una concentración en silencio para pedir la liberación del concejal. Al día siguiente, millones de españoles por todo el territorio nacional tomaron las calles exigiendo su liberación a la banda con pancartas con el lema ‘Miguel Ángel, te esperamos’.

Estas manifestaciones supusieron una reconciliación nacional entre el pueblo vasco y los españoles al expresar una clara y firme oposición contra el secuestro y asesinato cometido por la banda. Fue una manera que tuvieron los vascos de quitarse la venda de los ojos y el esparadrapo de la boca para dejar clara su postura. Gritaron ante toda la sociedad que estaban cansados de la violencia y que no todos compartían la lucha ni la manera de actuar de ETA. Un punto de inflexión en la percepción que la sociedad española tenía de la actitud vasca ante la banda, mostrando un rechazo total a los etarras y a los métodos de actuación que tenían para lograr sus fines.

Por tanto, cuando se habla del espíritu de Ermua se está hablando de las manifestaciones que sacudieron al país entre los días 10 y 14 de julio de 1997 a raíz del secuestro de un joven concejal popular del País Vasco quien, en su lucha porque los jóvenes vascos tuvieran una alternativa de futuro que no fuese la de pertenecer a la banda terrorista ETA, pagó con su propia vida la constante y violenta lucha de la izquierda abertzale radical.

El rey, en su discurso del 25 aniversario de la muerte de Miguel Ángel Blanco, mencionó el espíritu de Ermua como “la victoria de la conciencia colectiva, de la dignidad y de la moral frente al miedo y al terror”. Y es que, el verdadero espíritu de Ermua no sucedió a nivel político, sino a nivel humano: eran los sentimientos de los vecinos de Miguel Ángel.

Miembros de la ertzaintza se quitan los cascos y los pasamontañas frente a los lugares de reunión de la banda ETA (Foto: EL CORREO)

La sociedad plantó cara a ETA

Más de 5 millones de españoles se movilizaron esos días en las calles para decirle a ETA que ya era hora de poner fin a la violencia. La gente del País Vasco dejó de tener miedo a la banda, los ciudadanos se enfrentaron a ellos moral y físicamente, e incluso los ertzainas se quitaron los casos y pasamontañas que llevaban hasta ese momento para ocultar sus caras de los etarras en muestra de que les daba igual que les viesen el rostro porque ya no iban a consentir que siguieran viviendo con miedo.

Se pasó de considerar a la banda terrorista como invencible a vencible, a creer firmemente que acabarían con ellos, que ese era el comienzo para el fin de sus actos violentos. Aunque estas movilizaciones sociales no supusieron el final de ETA, sí que provocó que la banda reculara hacia atrás al no esperarse la respuesta que recibieron por parte del pueblo de Ermua. Jaime Mayor Oreja, en una entrevista al medio de comunicación 20Minutos declaró que: “el espíritu de Ermua no cambió a los etarras, pero les obligó a cambiar de estrategia”.

El sábado 12 de julio de 1997 se celebró en Bilbao una manifestación a la que acudieron más de medio millón de personas, vascos y españoles. Ese mismo día, pasadas las 48 horas del ultimátum que dieron, la banda ejecutó a Miguel Ángel. Le disparó dos veces en la nuca y dejó su cuerpo maniatado y ensangrentado en una cuneta. Pese a encontrarle aún con vida agonizando y haber sido trasladado al hospital, Miguel Ángel estaba en coma neurológico, sin respuesta a estímulos. Acabó falleciendo a las pocas horas.

El sábado, tras conocerse el asesinato cometido por ETA, se iniciaron movilizaciones por toda España en repulsa del acto al grito de ‘vascos sí, ETA no’, ‘Miguel Ángel soy yo’ ‘ETA asesina’. El País Vasco vivió días de enfrentamientos entre los ciudadanos que estaban en contra de la actuación que estaba cometiendo ETA, quienes llenos de ira atacaron las sedes de HB, las ‘herriko tabernas’ (sus sedes sociales) y a los simpatizantes abertzales radicales, teniendo que ser estos últimos protegidos por la Ertzaintza.

El día que se dio sepultura al joven concejal en su pueblo, los españoles volvieron a manifestarse para pedir el cese de violencia a la banda terrorista al unísono de ‘ETA, aquí tienes nuestra nuca’.

Manifestación en Madrid por la muerte de Miguel Ángel Blanco (Foto: Telemadrid)

Apretaron el gatillo

Miguel Ángel fue secuestrado por Irantzu Gallastegi Sodupe, alias Amaia, por Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote -quien apretó dos veces el gatillo contra la nuca del concejal, cumpliendo con la amenaza de muerte que habían hecho-, y por José Luis Geresta Mujika, conocido como Oker o Ttotto. Los tres pertenecían al ‘Comando Vizcaya’ de la banda terrorista ETA.

El etarra Oker se suicidó y tiempo después, Amaia y Txapote fueron condenados a 50 años de cárcel como autores materiales del secuestro y muerte del joven popular. La excarcelación de ella está prevista para el año 2032, mientras que la de Txapote tendría lugar un año antes.

Además, también se juzgó y condenó al exconcejal de Batasuna, Ibon Muñoa, quien no formaba parte del comando pero facilitó a la banda datos clave para el secuestro de Miguel Ángel. Fue condenado a 33 años de cárcel por cómplice de secuestro y asesinato por la información aportada y por haberles prestado cobertura alojándoles en su casa los días previos al secuestro, así como por proporcionarles un vehículo de apoyo. Muñoa salió en libertad hace tres años tras haber cumplido veinte de la condena.

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