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La firma

La institución universitaria debe abrir sus puertas a la innovación, a la excelencia y a la democracia

“La Universidad, motor del cambio social, se desvanece”

"La política del continuismo y las corruptelas consentidas, petrifican las instituciones, generan frustración democrática y adormecen las conciencias" (Imagen: E&J)

María Linacero de la Fuente

Catedrática Derecho Civil Universidad Complutense y ex vocal asesora del Ministerio de Justicia (DGRN)




Tiempo de lectura: 4 min



La firma

La institución universitaria debe abrir sus puertas a la innovación, a la excelencia y a la democracia

“La Universidad, motor del cambio social, se desvanece”

"La política del continuismo y las corruptelas consentidas, petrifican las instituciones, generan frustración democrática y adormecen las conciencias" (Imagen: E&J)



La Universidad, fuente del conocimiento, se encuentra inmersa desde hace tiempo en una situación de decadencia científica y ética. La trascendencia de dicha institución para la vida de un país reclama una profunda renovación que culmine en un Renacimiento de la Academia, centro neurálgico de la investigación y de la enseñanza.

La Universidad española debe abrir sus puertas a la transparencia, a la libertad, a la igualdad y a la excelencia. Y lo que es más asombroso para quienes no la conocen y tienen una visión más idealizada, algunas Facultades deben abrir sus puerta -todavía cerradas- a la democracia.



La regeneración del egregio mundo universitario debe comenzar por la revisión profunda del sistema de selección del profesorado, excesivamente preocupado por sumar certificados de cursos, congresos y obtener cargos. La Universidad debe innovar, transformar la realidad social y enamorar con su mística intelectual, merced a un marco jurídico que posibilite la regeneración del sistema universitario.

El presente y el futuro de la institución universitaria merecen un auténtico cambio de paradigma que aúne la intervención de todos los operadores jurídicos para culminar el cambio profundo.



El mundo académico está obligado a contribuir con su trabajo y esfuerzo a que nuestra Universidad se ilumine con la antorcha de la verdad y del conocimiento, apoyando el gobierno de los justos y ejemplares. La política del continuismo y las corruptelas consentidas, petrifican las instituciones, generan frustración democrática y adormecen las conciencias, además de infringir la novedosa ley de protección del informante.



Como consecuencia de una política universitaria alejada del debate y de la libertad, a veces opaca, la Universidad frecuentemente no está en la vanguardia, máxime cuando el sistema actual provoca muchas veces la exclusión de los mejores. En estos casos, la Universidad, motor del cambio social, se desvanece.

Todo está perdido si se celebra la intriga sibilina del vencedor y se oscurece el prestigio reposado y paciente del maestro generoso. Afirmar que esto no va de libros, ni de méritos, como algunos profesores han defendido injustamente, resulta lo opuesto a la verdadera Universidad.

La comunidad universitaria debe asumir responsabilidades, no puede ni debe permanecer ajena a procesos de decadencia. En el ámbito del Derecho, en el que me centro al final del presente artículo, existe una queja generalizada respecto al nivel científico de los estudiantes. Según algunos, todo ello nace del Plan Bolonia y la reducción a cuatro meses de las asignaturas o de opciones poco acertadas y equivocadas, como el estudio en poco más de un mes de la llamada Parte General del Derecho Civil, ¿quién y por qué decidió mutilar la asignatura que explicaba D. Federico de Castro, en perjuicio de los estudiantes?

En síntesis, las Facultades deben situarse al servicio del interés general y postular una política académica digna y excelente, al servicio de toda la comunidad universitaria, una carrera ordenada y sin pillajes, ni empujones. Un nuevo humanismo intelectual debe recorrer las conciencias y exigir un cambio profundo, tenemos una severa responsabilidad en la llevanza de una Universidad de excelencia, especialmente los altos cargos académicos, que deben ser conciliadores y cumplir la normativa vigente.

«El presente y el futuro de la institución universitaria merecen un auténtico cambio de paradigma que aúne la intervención de todos los operadores jurídicos para culminar el cambio profundo» (Imagen: E&J)

Los jóvenes que están y los que llegaran pronto -la Complutense podría ser la candidata preferida de la joven princesa y de otros jóvenes no aristócratas-, demandan una Universidad moderna y sólida, internacional y dinámica, que ocupe sin complejos los primeros puestos en los rankings internacionales. La Universidad Complutense por su solera y tradición debe postularse como candidata, ejerciendo un liderazgo natural, entre las Universidades españolas y recuperando su esplendor (como la célebre obra cinematográfica).

Entrando en posibles reformas en favor de la transparencia y de la objetividad, y referidas a la carrera de Derecho, pueden ensayarse fórmulas diversas relativas a la composición de las comisiones de selección y al contenido de los ejercicios de acceso.

En efecto, uno de los verdaderos nudos gordianos y primer elemento de renovación, es la modificación del sistema de selección del profesorado.

Una opción posible para los concursos de acceso a plazas docentes, en la carrera de Derecho, sería que los tribunales se integren no solo por funcionarios del Cuerpo correspondiente a la plaza propuesta (v.gr. Catedrático de Derecho Mercantil), sino también por otros Cuerpos de funcionarios del Estado (Jueces y Fiscales, Abogado, Abogado del Estado).

Asimismo, las pruebas deberían objetivarse y exigir al futuro profesor, el conocimiento del programa de la asignatura (v.gr. Derecho Civil, Derecho procesal…), mediante el correspondiente ejercicio oral realizado por sorteo.

Lógicamente, deberían crearse Comisiones de estudio para concretar los cambios, integradas por expertos independientes. Como Savigny decía: “confía en los juristas eruditos porque ellos son los mejores guías a través de las espesuras del Derecho.”

La renovación demanda esfuerzo y consenso, pero al menos debemos postularla, hay ciertos dogmas que debemos desterrar -como la elección “a dedo”, la endogamia institucional, la exclusión y el acoso, etc.- y caminar hacia una Universidad que seduzca intelectualmente y cuyos pilares definitorios permanecen invariables (principios de mérito, capacidad e igualdad).

Como decía Séneca: “con lecciones es difícil llevar a la gente a la bondad… Pero es fácil hacerlo con el ejemplo”. Pero quizás, y conociendo la Universidad, queridos lectores, lo dicho sea soñar.

1 Comentario
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Anonymous
5 meses atrás

Reconozco que, al principio, me disgustaba un poco el vcabulario pero, a medida que iba leyendo, yo también me iba dejando «seducir» por el contenido (como dice el texto). El final es magnifico :comisiones mixtas y nada menos que una prueba de conocimiento de la asignatura. Y esto lo pide la autora como innovación. Así estamos. Felicidades por el escrito.

Nombre
J.Amenós.

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