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La firma

Presencia de mujeres juristas en puestos clave: ayudemos al tiempo a naturalizar el liderazgo femenino

"Como mujeres somos muy buenas en muchas cosas"

(E&J)

Rosa Vidal

Socia directora de Broseta




Tiempo de lectura: 4 min

Publicado




La firma

Presencia de mujeres juristas en puestos clave: ayudemos al tiempo a naturalizar el liderazgo femenino

"Como mujeres somos muy buenas en muchas cosas"

(E&J)



La presencia de mujeres en puestos clave de la arquitectura jurídica es, sin duda, una herramienta poderosa para que la igualdad cale en la estructura social. Especialmente hoy, como conmemoración del Día Internacional de la Mujer, no podemos permanecer ajenos a la realidad de que en nuestra profesión todavía queda recorrido para mejorar la representación por parte de mujeres juristas en roles destacados. Por ello, el liderazgo profesional femenino en el sector legal, como en otros sectores, está ante un reto ambicioso y de enorme responsabilidad, que no solo es el de aumentar considerablemente, sino también el de naturalizar la presencia e incorporación de mujeres en puestos de alto nivel y órganos de decisión.

Decía nuestro escritor más universal, Miguel de Cervantes, que hay que confiar en el tiempo, que suele dar dulces salidas a amargas dificultades. El tiempo, y aunque no siempre es la mejor medicina para todos los males, ni todo lo cura, nos ha demostrado que un campo mayoritariamente masculino como era la abogacía, ha ido cambiando su composición hasta acoger un número de abogadas cada vez superior y, por tanto, sería normal que muchas de ellas accedan en un futuro próximo a puestos de relevancia en el ámbito, y que la tendencia nos lleve a una situación más equilibrada, con más mujeres en posiciones de reconocimiento.



Pero mientras el tiempo pasa inexorablemente, e incluso sin dejar de confiar en él, no podemos quedarnos de brazos cruzados observando si la tendencia a priori prevista se cumple. Las mujeres tenemos un rol muy relevante como principales motores del cambio y, además, existe un caldo de cultivo muy fértil, y una serie de valores diferenciadores y cualidades transversales que lo femenino imprime a su modo de hacer las cosas, y que de alguna forma, y llevados a la práctica desde puestos directivos, pueden impulsar el éxito de las organizaciones.

Y es que las mujeres no hemos perdido el tiempo. En el sector legal no solo existe un talento femenino consolidado, con una formación sólida y un elevado nivel técnico, sino que, además, no está de más recordarnos, especialmente en estas fechas, que como mujeres somos muy buenas en muchas cosas, y quizá especialmente en nuestra capacidad empática, esencial para lograr compromisos y alcanzar objetivos, en el fomento del trabajo en equipo y de la participación, en nuestra forma de establecer relaciones o enfocarnos al largo plazo, en escuchar y compartir información, o en combinar el pensamiento racional e intuitivo, y pensar y actuar en distintas direcciones y con diferentes perspectivas. Si bien no se trata de estilos intrínsecos a la condición femenina, sí existen numerosos estudios que avalan las distintas formas de gestionar y liderar las organizaciones por parte de mujeres, así como la mejora significativa de la eficiencia a todos los niveles empresariales como consecuencia de incorporarlas a los Consejos de Administración.



Para poner en práctica estas cualidades en los niveles más altos del sector legal por parte de mujeres, hay tiempo suficiente, pero ninguno de sobra. Las organizaciones e instituciones han evolucionado mucho en este aspecto, dotándose de políticas de flexibilidad y de igualdad, así como de planes de carrera adecuados para que cada vez más mujeres accedan a puestos de responsabilidad. Todo ello, ha de seguir reforzándose para ir más allá de determinadas medidas aisladas, y constituirse como un compromiso firme con la igualdad y con el impulso del liderazgo femenino en la sociedad, y hacerlo ya desde las nuevas generaciones, proyectando hacia el futuro y apoyándolas como las líderes venideras que un día serán. Solo así, además, puede perdurar, perpetuarse y ser sostenible en el tiempo.



Además de la vertiente institucional, necesaria para establecer reglas del juego que sirvan de sostén a los objetivos, existe una vertiente personal ineludible. El tiempo es también nuestro, de cada una de las profesionales del ámbito jurídico que deseen alcanzar puestos clave. Cada mujer capacitada que, además, atesora motivación, optimismo, ilusión, y a ello le impregna perseverancia y tenacidad, está preparada para asumir el reto de dar un salto cualitativo hacia los peldaños más altos de la carrera profesional, donde la presencia equitativa de hombres y mujeres es todavía una asignatura pendiente. Ahí será fundamental, más allá del contexto, no solo curtirse con el tiempo, sino aprovecharlo de forma óptima para sacar a relucir atributos que van ligados al liderazgo como la constancia, la disciplina, algunas dosis de autoexigencia, organización y planificación, o capacidad para priorizar lo esencial y hacer frente a la presión sin perder el entusiasmo por alcanzar las metas y afrontar desafíos.

Y si todo esto lo hacen de la mano de quienes hemos llegado a la cúspide de la pirámide, mucho mejor. Hago un llamamiento desde aquí a todas las mujeres que han alcanzado puestos de relevancia en el sector jurídico, para que dediquemos parte de nuestro tiempo al acompañamiento y a la mentorización de otras mujeres que se encuentran en el camino, para mostrar confianza y apoyar así su ascenso y su recorrido a través de la enseñanza de nuestra propia experiencia personal y profesional, y ser una especie de guía ilustrativa en el sendero que un día nosotras mismas transitamos.

Desde la perspectiva que me ofrece el tiempo, y desde mi experiencia personal, he declarado muchas veces, como lo hago hoy en esta tribuna que, con carácter general, no he encontrado en mi carrera profesional una barrera especial por mi condición de ser mujer, incluso en ámbitos tradicionalmente masculinizados. Ingresar en el cuerpo de la Abogacía del Estado en igualdad de condiciones que otros de mis compañeros y compañeras, como proceso competitivo más allá de la condición de género, me imprimió en su día, y al inicio de mi carrera profesional, el carácter necesario para afrontar esta realidad como algo natural, y, además, lo he aplicado también posteriormente a lo largo de mi andadura en la abogacía de los negocios. Por ello, estoy convencida de que el acceso a posiciones de acuerdo a competencias y cualidades profesionales es el itinerario correcto; y de que las condiciones de igualdad, mérito y capacidad, tan habituales en el ámbito público, son la clave, más allá de ninguna cuota ni cupo obligatorio impuesto.

Estamos a tiempo de valorar la adecuación de perfiles a puestos clave en el sector jurídico, y de que muchos de ellos sean ocupados por mujeres que lo merecen. Tenemos talento femenino de calidad, competencias y habilidades, no falta, desde luego, entusiasmo, y cada vez más, el contexto marca un rumbo de apoyo institucional, organizacional y social que nos lleva en la dirección correcta.

Si lo único que realmente nos pertenece es el tiempo, como acuñó Baltasar Gracián, quiero pensar que no solo el tiempo, sino especialmente estos tiempos nos pertenecen, y que sin esperar a que el tiempo decida qué final otorga a este relato, podemos ayudar desde distintos ámbitos a que cada día haya más mujeres en puestos de relevancia, y a empoderar a nuestras juristas más preparadas para alcanzar, cada día con menos trabas y obstáculos, la posición que cada una de ellas se marque como objetivo. Tempus fugit. Ayudemos al tiempo a que así sea.

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