Sabor y creatividad: un viaje gastronómico por los platos de Hatillo
Hatillo ofrece una experiencia gastronómica única, donde tradición, innovación y calidad se encuentran en cada bocado.

(Imagen: Hatillo)
Sabor y creatividad: un viaje gastronómico por los platos de Hatillo
Hatillo ofrece una experiencia gastronómica única, donde tradición, innovación y calidad se encuentran en cada bocado.



(Imagen: Hatillo)
Ubicado en el barrio de Las Rosas, Hatillo se ha instaurado como un referente gastronómico que va más allá de la comida: es un punto de encuentro donde la calidad, la innovación y el ambiente acogedor se entrelazan para ofrecer una experiencia única. Desde su apertura, el restaurante ha sabido conquistar a vecinos y visitantes, convirtiéndose en un espacio pensado tanto para quienes buscan un lugar relajado entre citas como para familias y grupos que desean compartir un momento especial.
Su filosofía de hospitalidad y diseño ha dado como resultado un espacio cuidadosamente concebido, en el que la estética y la funcionalidad se combinan para crear un entorno cálido y moderno. En colaboración con MRGO Arquitectos, el restaurante ha sido diseñado con la inspiración de un bakery contemporáneo, ofreciendo un ambiente versátil que acoge desde brunchs hasta cenas íntimas. Además, su enfoque familiar se refleja en detalles como la inclusión de un espacio Montessori, pensado para que los más pequeños también disfruten de la experiencia.
Al frente de este proyecto se encuentra Miguel Ángel Feijoo Jorge. En cada plato se percibe una apuesta firme por la excelencia, combinando técnicas innovadoras con sabores familiares que evocan la cocina española, sin dejar de lado sutiles influencias de la gastronomía mexicana. El resultado es una carta que sorprende sin perder su esencia, ideal para quienes buscan nuevas experiencias sin renunciar al placer de lo auténtico. Pero la experiencia en Hatillo no solo se define por su cocina; también destaca el trato cercano y profesional del equipo de sala. Los dos camareros que atienden el restaurante ofrecen un servicio excepcional, caracterizado por su amabilidad y predisposición. No solo reciben a los clientes con calidez, sino que los asesoran personalmente en la elección de los platos, recomendando combinaciones y maridajes según los gustos de cada comensal.
La carta de entrantes es una declaración de intenciones. Lejos de limitarse a opciones previsibles, su chef y fundador ha diseñado una selección que fusiona tradición y vanguardia con gran acierto. Entre las opciones más destacadas está El Michelín, un brioche relleno de rabas empanadas con ralladura de limón, cuya jugosidad se potencia con virutas de torrezno crujiente y fideos de arroz inflados. El polvo de pistacho con sal de lavanda aporta sutileza, mientras que la salsa japo-nikkei refuerza su perfil umami con un toque exótico. Como broche final, la pomada gallega equilibra el conjunto, haciendo de este entrante una experiencia sofisticada y reconfortante.


Las hamburguesas Tik – Toker y La Maja (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
Junto a El Michelin, la carta ofrece opciones igualmente sorprendentes. La Briochetta, con burrata fresca, cherrys asados y frutos secos, combina texturas y matices con el frescor de la emulsión de albahaca con trufa. La Alcachofa, por su parte, equilibra lo vegetal y lo marino con alcachofas braseadas, anchoas de Casa Santoña y una base de crema de mojo picón con mermelada de tomate. Para los amantes de sabores frescos, destacan La Burrata, con tomate de temporada y emulsión de albahaca. y la Ventresca de atún, con cebolla roja encurtida y piparras. En un tono más atrevido, La Chingona propone tostadas mexicanas de atún ahumado con guacamole, mayonesa trufada y un toque de sriracha, logrando un equilibrio entre frescura e intensidad. Por último, los ahumados brillan con el Tartar de salmón, servido sobre wakame y aguacate, coronado con hilos de chile y polvo de pistacho tostado. Cada entrante demuestra la obsesión por el producto y la ejecución impecable, diseñados, además de para abrir el apetito, para sorprender desde el primer bocado.
El picoteo es una invitación a disfrutar de sabores intensos en formato informal. Destacan los Teque-Teque, bastones crujientes de queso costeño envueltos en masa quebrada, y Las Juanas, empanaditas venezolanas de maíz rellenas de queso, ternera mechada o pollo. El Chicken Little ofrece jugosos trozos de pollo crujiente con patatas rústicas y salsa mostaza-miel, mientras que los tacos Ta Loco combinan bacalao en tempura y gambas crujientes con salsa de mango y lima. Para los más castizos, Señora Cara de Papao reinventa los huevos rotos con patatas fritas, huevos camperos y bacon ahumado.


El Bikini Lover (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
El restaurante también apuesta por ingredientes de proximidad que reflejan la esencia de cada estación, utilizando los mejores productos disponibles en su momento para crear combinaciones irresistibles. Entre sus platos más llamativos se encuentra la Bikini Lover, un sándwich de hojaldre relleno de sobrasada de buey madurada, crema trufada, porchetta asada y stracciatella, sobre el que se ralla trufa fresca al instante, creando un contraste de sabores y texturas inigualables.
En Hatillo, las hamburguesas destacan por su creatividad y calidad. Entre las más apreciadas, la Tik-Toker se lleva todos los focos con su carne madurada, relish ahumado, queso monterrey jack, doble bacon y huevo frito. Por otro lado, La Maja, una hamburguesa de vaca madurada con queso brie, destaca por su suavidad y cremosidad, ofreciendo una combinación perfecta de texturas y sabores que cautivan al paladar. Otras opciones como la Sexy Lola –con guacamole casero y chips de boniato crujiente–, o la La Pija –que fusiona pollo crujiente, pesto y tomates asados con salsa mayo-trufa–, complementan un menú de hamburguesas lleno de personalidad. Todas se sirven con pan brioche artesano horneado diariamente y acompañadas de patatas fritas caseras, ofreciendo una experiencia de sabor completa.


La cremosa de queso (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
Para quienes buscan una experiencia dulce para cerrar su comida, Hatillo ofrece postres caseros que son una decisión obligada. Destaca la Cremosa de Queso, equilibrada y deliciosa, elaborada con huevos con certificación ecológica y queso viejo tostado, una verdadera delicia. También, la Doña Torrija, una torrija esponjosa y melosa hecha con pan brioche, acompañada de confitura de manzana caramelizada, caramelo salado y helado de canela, que es un auténtico placer para los sentidos. También puedes disfrutar de los Tequeños de Nutella, crujientes y rellenos de crema de avellanas, o el Mr. Brownie, tibio y servido con helado de temporada y sirope de chocolate. Para los que buscan algo más fresco, las Copas de Helado de Sweet Monkey, con diferentes sabores, son el toque perfecto.


La Doña Torrija (Imagen: Alberto Sanz Blanco)
En resumen, Hatillo se presenta como un espacio donde la gastronomía y la innovación se fusionan con una clara apuesta por la calidad de los productos de temporada. Desde los entrantes hasta los postres, cada plato refleja una cuidadosa atención a los detalles, con sabores intensos y texturas sorprendentes. La mezcla de lo tradicional con toques modernos y exóticos es lo que define la oferta del restaurante, que se convierte en una experiencia única tanto para los amantes de la cocina española como para aquellos que buscan algo diferente. Sin duda, un lugar ideal para disfrutar de una comida memorable en un ambiente acogedor.
