La Administración Tributaria es voraz, rácana y, como todos sabemos, algo filibustera: ninguna transacción se escapa del control del erario público, o al menos de su ámbito regulatorio; las exenciones son previstas como una suerte de privilegio fiscal, previstas con cuentagotas; y las supuestas coberturas que dispensa el Estado para corregir asimetrías socioeconómicas -la bondad […]