Siempre hemos admirado a quienes son capaces de contar historias y que confluimos en llamar novelistas o noveladores, bien de hechos vividos bien de hechos ideados bien, en fin, de hechos ocurridos. Nuestra admiración se transforma en envidia, -eso sí, sanísima- cuando el novelista no es un profesional de la narrativa, sino un extraordinario jurista […]